XIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Jueves
Lecturas bíblicas
a.- Gn. 22, 1-19: El sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe.
b.- Mt. 9, 1-8: La gente alababa a Dios que da potestad a los hombres.
Este evangelio nos presenta la curación de un paralítico por parte de Jesús en su
ciudad, Cafarnaúm (cfr. Mt.4,13). El centro del texto está en la actitud de Jesús:
vio la fe de los amigos y le perdonó los pecados al paralítico. Comienza sanando el
espíritu para luego seguir con el cuerpo. Los fariseos piensan en su interior que
Jesús es un blasfemo: sólo Dios puede perdonar los pecados (v.3). Jesús descubre,
porque tiene un conocimiento sobrenatural de las cosas, el pensamiento de los
fariseos. Esta facultad habla de la dignidad de Jesús, como Hijo de Dios, que por lo
tanto, posee la capacidad de perdonar los pecados. En la escena hay un
movimiento ya que la atención se centra ahora no en el enfermo, sino en Jesús:
“Para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene el poder de perdonar los pecados…”
(v. 6). Realiza el portento de que el hombre camine, y se vuelva por su propio pie a
casa. La razón del perdón de los pecados, de ese hombre era el único motivo para
la curación, con lo cual el evangelista quiere señalar que para Jesús era más
importante la salud del espíritu, que la del cuerpo. Tema especial en este milagro,
es la fe de los amigos, realidad que Mateo no deja de mencionar en el relato. Esos
hombres amigos o parientes del paralítico, confiaron en el poder de Jesús para su
amigo. Una fe que venció obstáculos, como traer al amigo en una camilla por el
camino, pero sobre todo, es confianza en el poder sanador de Jesús, para la salud
integral del hombre. La gente admirada glorificaba a Dios ante semejante prodigio
(v.8); pero la maravilla mayor, es que Jesús comunicó el poder de perdonar los
pecados a la Iglesia, escogiendo a hombres que cumplan con esta misión específica.
Esta realidad de la gracia divina, que reconcilia al hombre con Dios, es inseparable
de Cristo y la Iglesia.
Santa Teresa de Jesús nos lleva ante ÉL, por el camino de la oración, es decir, de la
amistad con Dios. Necesitamos convertirnos en amigos fuertes de Dios. “Querría las
mucho avisar que miren no escondan el talento, pues que parece las quiere Dios
escoger para provecho de otras muchas, en especial en estos tiempos que son
menester amigos fuertes de Dios para sustentar los flacos; y los que esta merced
reconocieran en sí, ténganse por tales, si saben responder con las leyes que aun la
buena amistad del mundo pide; y si no como he dicho teman y hayan miedo no se
hagan a sí mal, y plega a Dios sea a sí solos.” (Vida 15, 5).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD