Queridos hermanos y hermanas,
unos años formé parte de Christifideles laici, una parte
de la reunión, consistía en rezar todos juntos ante el
Sagrario, y hablar con Jesús en voz alta. Era muy
enriquecedor... Recuerdo que una persona a la que yo
admiraba mucho, siempre decía: “Gracias por el don de
la perseverancia”. Yo que lo veía como un supercatólico,
formadísimo, súper apóstol; y él siempre decía lo
mismo... “...”. Agradecer el don de la fe, agradecer el
don de la perseverancia.
Acontece hoy domingo, la Solemnidad de San Pedro y
San Pablo, y como que estamos en el Tiempo Ordinario,
podemos celebrar la Solemnidad en domingo. Si
estuviéramos en el Tiempo Pascual, la tendríamos que
pasar al lunes, porque los domingos de los Tiempos
fuertes están blindados. Esto es para que nada no
rompa el ritmo de la liturgia, y ello nos ilumina la
importancia de la espiritualidad litúrgica.
Hoy es un día de agradecimiento por la fe que los
apóstoles nos han transmitido. “ Pedro fue el primero en
confesar la fe ”, “ Pablo, el maestro insigne que la
interpretó ”, como dice el prefacio de hoy.
Esta gratitud ha de llegar también a los que nos han
transmitido la fe: los padres, los abuelos, los
sacerdotes, los catequistas (el Papa habla, con una
profunda actitud de agradecimiento, de la catequista
que le hizo catequesis de primera comunión).
Nos hace falta agradecer el don de la fe, la fe es un
don, es un regalo, es una gracia. No es un mérito
nuestro, nosotros colaboramos, pero, es un regalo de
Dios, que nos es necesario agradecer. ¿Cuándo fue la
última vez que agradecimos el don de la fe? Este regalo
sorprendente que se nos ha hecho...
La fe de los apóstoles, la fe que Pedro y Pablo,
columnas de la Iglesia, comunicaron, es una fe que da
sentido a la existencia, que da esperanza, que ahuyenta
el miedo a la muerte, que nos lleva a darnos a los
demás, a amar a los enemigos (decía san Francisco de
Sales "No saber mostrarse bueno con los malos es una
prueba de que uno no es del todo bueno"). ¡Cuánto bien
nos hace que se nos llame constantemente a amar a los
enemigos! Una fe que suscita una experiencia cotidiana
Agradecer también el don de la perseverancia. Si
estamos aquí es porque hemos recibido el don de
perseverar, es preciso también, agradecerlo. Durante
de Dios, un Dios que lo encontramos en lo cotidiano,
¡¡cómo no agradecer una fe así, un regalo así!!
negar lo que Jesús anuncia y Jesús le dirá: “ Retírate de
mí, Satanás; tú me sirves de escándalo, porque no
sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres.
Indocilidad a los planes de Dios.
El año pasado se abrió el proceso de beatificación de
seis misioneras italianas, Hermanas de los pobres, que
murieron en el Congo el año 1995 per el virus del ébola,
al no querer abandonar a la población, que estaba
privada de asistencia sanitaria. Allí se quedaron, con
los pobres enfermos, en los que veían al mismo Cristo.
Sabiendo que para una enfermera, el riesgo de contagio
era altísimo. ¡¡Qué gestos tan bonitos genera la fe!!
Y el caso de Pablo, aún más clamoroso, perseguidor de
la Iglesia naciente, presenciando el martirio de
Esteban, hasta que Jesucristo se le aparece y le dice:
Saulo, Saulo, por qué me persigues ”.
Las dos columnas de la Iglesia tuvieron que hacer un
gran esfuerzo de docilidad: de apartar sus planes, sus
ideas, para que pudieran entrar las de Dios. ¡¡Tarea que
hemos de hacer todos!! Jesús dice a Pedro: “ Cuando
eras joven, tú te ceñías e ibas adonde querías; cuando
envejezcas, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te
llevará a donde no quieras ”. Y Pablo nos dice en la
segunda lectura “ He combatido bien mi combate...”. Es
el combate que todos tenemos: “hacer la nuestra
versus hacer la suya”, “hacer nuestra voluntad versus
hacer la voluntad de Dios”.
Pero, es que esto ya pasaba en los inicios: Pedro y Pablo
se lo creyeron de verdad, la profesión de fe de Pedro,
la más importante del evangelio, “ Tú eres el Mesías, el
Hijo de Dios vivo ”, entró en sus vida como una realidad,
cambió sus vida, les llevó donde nunca habrían pensado
que irían, les llevó a hacer cosas que nunca habrían
pensado que harían, y acabaron con el martirio, que
quiere decir “testimonio hasta dar la vida”.
Pero, no les fue fácil llegar hasta aquí. En los dos
detectamos, unos signos que apuntan hacia una
considerable indocilidad a los planes de Dios. Pongo sólo
un ejemplo de cada uno: Pedro, ante el anuncio de
Jesús, de lo que había de pasar en Jerusalén mira de
Decía el Papa Francisco en una homilía de diario: “Dios
nos sorprende siempre, rompe nuestros esquemas, pone
en crisis nuestros proyectos, y nos dice: “Fíate de mí,
no tengas miedo, déjate sorprender, sal de ti mismo y
sígueme”. ¡¡Esto es un trabajo a hacer…!! ¡¡Constante!!
Y es en lo cotidiano, en el día a día, donde nos jugamos
la fe, la docilidad de la fe. Donde decimos sí a Dios o no
a Dios. Dios nos habla suavemente durante el día
(podrías hacer tal o cual...), y nosotros optamos. Cada
día hacemos pequeñas opciones y mostramos nuestra
docilidad o indocilidad.
Que nuestra fe cambie nuestra vida, como lo hizo en la
vida de San Pedro y San Pablo.