DOMINGO XIV. CICLO A
HUMILDAD, CAMBIO DE ACTITUD, APERTURA.
EMILIO RODRIGUEZ ASCURRA / contactoconemilio@gmail.com / Twitter: @emilioroz
“No tengo miedo a la acción de los malos, sino al cansancio de los buenos”, solía decir
el Papa Pío XII durante la guerra. Todos en algún momento de la vida experimentamos
algún tipo de cansancio: físico, espiritual, psíquico, moral; fruto del trabajo, de la rutina,
de las exigencias, etc. Nadie está libre de ser víctima de aquello que los profesionales
denominan con el término burn-out: cansancio profesional, pérdida de motivaciones
profundas, de interés por las cosas.
La sociedad en la que vivimos, en donde se corre de un lado a otro, donde nada o poco
se procesa debidamente, donde lo que importa es la utilidad pronta y rápida y no el
gozo, es común hallarnos inmersos de repente en este fenómeno, es decir, quedar
masificados en la común parafernalia a la que nos somete el mundo. Hemos nacido
únicos, con un proyecto personal que ha sido pensado desde la eternidad por Dios y, sin
embargo, caemos fácilmente en el montón, somos uno más.
Quien se cansa de hacer el bien es porque o bien ha perdido sus motivaciones, o se ha
autocentrado de tal modo que padece de “ombliguismo”, y esto lo lleva a ser esclavo de
sí mismo, a pensar solo en sí y a partir de sí, lejos de lo que la dinámica del Reino
propone. Jesús mismo es la personificación del Reino de Dios, él mismo es el Reino, y
se expresa como donación, como entrega de sí. Así se ofrece como remedio para
quienes estén cansados o agobiados: vengan que yo los aliviaré. Pero para esto primero
debemos hacer una pausa en nuestras actividades, no hay lugar para que Dios obre allí
donde solo dejamos que obren nuestros proyectos personales.
La humildad es la virtud de todo buen cristiano que aleja la soberbia del corazón
humano y renueva nuestra vida, modifica hábitos y conductas al tiempo que nuestro
modo de relacionarnos con Dios y con los demás. Solo quien se sabe creatura,
dependiente del amor creador de Dios, y muere a su autorreferencialidad, puede hacerse
hermano de los otros, de lo contrario es un hijo único espiritual que según sus caprichos
tiene un Dios a medida, pero prontamente se aburre de él y necesita de otro: dinero,
confort, poder, pues solo Dios satisface el deseo interior de todo hombre.-