Comentario al evangelio del jueves, 10 de julio de 2014
Queridos amigos:
No es que quiera encerrar las cosas de Dios en unos números, pero yo creo que hay un porcentaje del
Evangelio bastante razonable: todo lo que tiene que ver con no robar, no matar, no mentir... presente en
casi todas las religiones y códigos legales que en el mundo han sido. Pero hay otro porcentaje de la
Palabra de Dios, no sé si mayor o menor, que va más allá. Y que rompe toda lógica. Es todo aquello
que tiene que ver con el exceso. Vamos a ver si me explico.
Con palabras de las lecturas de hoy: cuando, en palabras de Oseas, Dios repasa la historia de amor a su
pueblo, “correspondida” con infidelidad tras infidelidad y concluye “Se me conmueven las entrañas.
No cederé al ardor de mi cólera... que soy Dios y no hombre”, eso es ir más allá de una lógica
razonable que llevaría al abandono o a la venganza del que ha sido infiel. Cuando Jesús dice “lo que
habéis recibido gratis, dadlo gratis”, eso es ir más allá de la mentalidad mercantilista que funciona
(también en lo religioso) con el “doy para que tú me des”. ¿Qué más podríamos decir? Cuando una
madre o un padre siguen ahí junto al hijo/a que se ha metido en la droga o en la delincuencia y que
continuamente les complica la vida... simplemente porque es su hijo, eso tiene mucho de exceso.
Cuando alguien es capaz de aceptar, respetar y querer al otro no porque sea bueno, sino porque es
hijo/a de Dios, eso tiene mucho de amor gratuito. Quizá la esencia del Evangelio.
[Que quede entre nosotros, pero creo que muchos creyentes no hemos caído del todo en la cuenta de
esto, y seguimos apegados exclusivamente a lo razonable: normas, cumplimiento, ley... Y valoramos a
los demás cuando son estudiosos, responsables, formales... sin dar un paso más. Sin quitarle valor a la
sensatez, creo que el Evangelio es otra cosa. Y, si no, miremos a quiénes prestó atención Jesús...].
“Los amaré sin que lo merezcan”, escribe Oseas poniendo estas palabras en boca de Dios, en la
primera lectura de mañana. Eso es ir más allá. Como lo de hacer salir el sol sobre justos e injustos...
Jesús iba más allá. Por eso triunfó. Y por eso fue perseguido. Porque ir más allá fascina a quien lo ve o
a quien recibe su beneficio. Pero también denuncia nuestra cortedad de miras vestida de sentido común
y nuestro egoísmo disfrazado de razonabilidad.
Si fuéramos “menos razonables” –en este sentido- seríamos más humanos, más nosotros mismos. Es
normal ser cristiano/a de orden y de exigencia en algún momento... pero lo bueno sería llegar a ser
algún día cristiano/a de gracia y de exceso.
¿Estás de acuerdo?
Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez, claretiano
Luis Manuel Suarez, cmf