XVI Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Miércoles
Lecturas bíblicas
a.- Jr. 1,1.4-10: Te nombré profeta de los gentiles.
b.- Mt. 13,1-9: Cayó en tierra buena y dio grano.
Con este evangelio comenzamos la lectura del discurso parabólico de Mateo. Nos
presenta un conjunto de siete parábolas. Hoy vemos la del sembrador, en su
primera parte. Jesús sale de la casa y se siente a orillas del mar, lago de
Genesaret, mientras las gentes acuden a ÉL (v.1-3). La casa, es el espacio de
intimidad de Jesús, con sus discípulos, donde les enseñas especiales, para luego
comunicarlo a todos. Jesús sube a la barca, y se sentó para hablar a todos,
pendientes de las palabras que salen de su boca, los hombres acuden donde se
puede escuchar la palabra de Dios, donde el Espíritu, da testimonio efectivo de sí
mismo, por medio del lenguaje humano. Jesús les habla desde la otra orilla, como
en la montaña, sentado desde lo alto, ahora está sentado, lo separa la playa de la
gente, porque su palabra viene de arriba. Jesús les habla en parábolas, qué sentido
tiene ese lenguaje, es el evangelista quien manifiesta el mensaje de su comunidad
cristiana (v.3). El sembrador lanza la semilla al voleo. Parte de ella cae en el
camino (v.4), otra entre rocas (v.5), otras entre abrojos (v.7), y finalmente cayó en
tierra buena (v.8). El labrador se arriesga porque lo mueve la esperanza de una
buena cosecha. La cantidad por uno, el 30, 60 y 100, era tema de las reflexiones de
los rabinos que hablaban de la abundancia de la tierra como signo de los tiempos
mesiánicos. Jesús pone la atención no en la semilla, sino en la futura cosecha; lo
mismo habrá de suceder con el Reino de Dios (v.8). Sus comienzos son humildes y
sencillos, pero por ser una siembra de la Palabra de Dios, la cosecha será grande.
Como el sembrador, el predicador o evangelizador también encuentra obstáculos y
dificultades que parecen quitar la esperanza de tener éxito, por la superficialidad,
indiferencia o simplemente no aceptar el Reino de Dios o las inconstancias en la
vivencia de la fe (cfr. Mc. 6, 5-6; 3, 6; Jn. 6, 60). Esta parábola en los labios de
Jesús es revelación de la propia misión profética, con la esperanza cierta de una
cosecha espléndida, que con su palabra siembra generosamente en el corazón de
los hombres. El rechazo de Jesús, por parte de los judíos, suena a un fracaso inicial
precisamente en aquellos que eran los primeros destinatarios de la salvación. Jesús
predicó el Reino de Dios por medio de parábolas que van revelando su naturaleza,
la vida del hombre llamado a la salvación. Esta predicación se centra en lo medular
de la vida del hombre: su felicidad. Todas las parábolas tocan ese núcleo, y
expresan la alegría de pertenecer al Reino de Dios. La tarea de la comunidad
eclesial, no es otra, que seguir predicando el Evangelio a pesar de las dificultades,
todavía hay tierra buena donde sembrar, para que el que tenga, oídos que oiga.
Teresa de Jesús, en su comentario a la oración del cristiano nos invita a saber qué
significa decir que venga su Reino entre nosotros. “Santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino». Mas mirad, hijas, qué sabiduría tan grande de nuestro
Maestro. Considero yo aquí, y es bien que entendamos, qué pedimos en este reino.
Mas como vio Su Majestad que no podíamos santificar ni alabar ni engrandecer ni
glorificar este nombre santo del Padre Eterno conforme a lo poquito que podemos
nosotros de manera que se hiciese como es razón si no nos proveía Su Majestad
con darnos acá su reino, y así lo puso el buen Jesús lo uno cabe lo otro. Porque
entendamos, hijas, esto que pedimos y lo que nos importa importunar por ello y
hacer cuanto pudiéremos para contentar a quien nos lo ha de dar, os quiero decir
aquí lo que yo entiendo.” (Camino 30,4).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD