Comentario al evangelio del miércoles, 23 de julio de 2014
Queridos amigos:
Santa Brígida, cuya memoria celebramos hoy, viene del Norte. Ella es patrona de Europa porque
representa una manera peculiar de iluminar las vicisitudes de este pequeño continente desde su
experiencia de la pasión de Cristo.
Fue una santa viajera. Desde su Suecia natal peregrinó a Compostela, a Roma y a Tierra Santa, los tres
lugares de referencia religiosa en el Medioevo. Habló a las autoridades civiles y eclesiásticas. Fustigó
la corrupción. Nadie, ni siquiera el Papa, se vio libre de sus admoniciones. Quizá hoy no se toleraría
una santa tan “incómoda” como Brígida. Pero su unión a Jesús fue y es la garantía de su fruto
abundante.
He aquí una de las oraciones que le dirigía:
¡Oh Dulce Jesús! Herid mi corazón,
a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia
me sirvan de pan, día y noche.
Convertidme enteramente, Oh mi Señor, a Vos.
Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua.
Y que mi conversación Os sea agradable.
Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable,
que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso;
y alabaros para siempre en el Cielo con todos Vuestros santos. Amén.
Fernando González