XVII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Viernes
Lecturas bíblicas
a.- Jr. 26, 1-9: El pueblo se juntó el templo del Señor.
b.- Mt. 13, 54-58: Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.
El evangelio nos presenta la visita de Jesús a la sinagoga de Nazaret. Ahí se había
establecido Jesús, José y María, luego de regresa de Egipto, actuaba según lo
mandado por la Escritura (Mt. 2, 23). También allí, Jesús en sábado, en la sinagoga
de su pueblo, propone su buena noticia. La gente quedó admirada, maravillada,
sorprendida, como cuando la muchedumbre escuchó el sermón de la montaña
(Mt.7, 28). Es la reacción irritante de verse heridos en la propia estimación de
unos, amenazados, se ponen a la defensiva; otros conmovidos en su interior, están
dispuestos a cambiar de vida. ¿De dónde le viene esa sabiduría y esos milagros? (v.
54). Reconocen su sabiduría, pero como algo ajeno para el hijo del carpintero, sus
acciones poderosas, más que una señal, es un desafío, porque le conocen, saben de
dónde procede. Saben que su familia es pobre, su familia es muy conocida, “Jesús
hijo del carpintero… ¿Entonces de dónde le viene a éste todo eso?” (vv.55-56)
Jesús ha sido engendrado por obra del Espíritu Santo, que había descendido sobre
ÉL (Mt.1,18; 3,16), dedicado a la predicación y respecto a los milagros podía
hacerlos si quería, pues siendo Dios no depende de las determinaciones del hombre
(cfr. Mc. 6, 3. 5). Los habitantes de Nazaret se cierran a Jesús preguntando por su
origen no quieren oír, no han oído nada en la sinagoga. Se escandalizan de ÉL, con
lo cual el evangelista nos quiere introducir en el misterio de Jesús. Hay dos
actitudes frente a Jesús: se abren a Jesús con fe o se cierran con escándalo. Sus
compatriotas se mostraron ciegos y obstinados, porque en lugar de secundar el
querer divino lo rechazaron demostrando su infidelidad a la alianza, por eso se
escandalizan de su Profeta y Mesías, Jesús de Nazaret. La incredulidad, no la propia
impotencia, hace que Jesús no realice, ningún milagro. El milagro nace de la verdad
y de la confianza en el hombre, hasta hacer obras mayores, siempre que esté de
por medio lo esencial: creer.
La mayor merced que Dios nos hizo fue entregarnos a su Hijo, enseña Teresa de
Jesús. “Pues veis aquí, hermanas, lo que nuestro Dios hace aquí para que esta alma
ya se conozca por suya; da de lo que tiene, que es lo que tuvo su Hijo en esta vida;
no os puede hacer mayor merced. " (5 Morada 2,13).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD