Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo A, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 17
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Pediste discernimiento * ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
* Nos predestinó a ser imagen de su Hijo * Vende todo lo que tiene y compra el
campo
Textos para este día:
1 Reyes 3,5.7-12:
En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: "Pídeme lo
que quieras." Respondió Salomón: "Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo
suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé
desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso,
incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo,
para discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo
tan numeroso?" Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le
dijo: "Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la
vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te
cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido
antes ni lo habrá después de ti."
Salmo 118:
Mi porción es el Señor; / he resuelto guardar tus palabras. / Más estimo yo los
preceptos de tu boca / que miles de monedas de oro y plata. R.
Que tu bondad me consuele, / según la promesa hecha a tu siervo; / cuando me
alcance tu compasión, viviré, / y mis delicias serán tu voluntad. R.
Yo amo tus mandatos / más que el oro purísimo; / por eso aprecio tus decretos / y
detesto el camino de la mentira. R.
Tus preceptos son admirables, / por eso los guarda mi alma; / la explicación de tus
palabras ilumina, / da inteligencia a los ignorantes. R.
Romanos 8,28-30:
Hermanos: Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los
que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los
predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos
hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que
justificó, los glorificó.
Mateo 13,44-52:
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de los cielos se parece a un tesoro
escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría,
va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al
encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
[El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda
clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los
buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo:
saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno
encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?"
Ellos le contestaron: "Sí." Él les dijo: "Ya veis, un escriba que entiende del reino de
los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo
antiguo."]
Homilía
Temas de las lecturas: Pediste discernimiento * ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
* Nos predestinó a ser imagen de su Hijo * Vende todo lo que tiene y compra el
campo
1. El Comienzo de la Sabiduría
1.1 Salomón tiene justa fama de hombre sabio, y así lo destaca el Antiguo
Testamento. Sin embargo, para comprender bien lo que significa ese elogio
tenemos que hacer tres precisiones.
1.2 En primer lugar, la sabiduría según la Biblia es más que el simple conocimiento.
Alguien puede amontonar muchos conocimientos y no ser sabio porque ser sabio no
es tanto conocer sino saber qué hace uno con lo que conoce. Se relaciona más con
saber vivir que con saber otras muchas cosas.
1.3 En segundo lugar, esta sabiduría es un don. Salomón pidió de Dios el regalo de
ser sabio. Tenemos la imagen de que los científicos de nuestro tiempo son gente
muy sabia, pero mucho de ellos despreciarían la fe como un camino para buscar
nuestra ruta en esta vida. En la Biblia es lo contrario: la sabiduría empieza por
reconocer que esta vida tiene mayor complejidad que todo lo que quepa en mi
cabeza o mis palabras. Ser sabio es reconocer que necesito una luz más grande que
la que yo me puedo dar. Nadie puede darme más y mejor luz que Dios, mi creador
y quien más me ama. Según esto, la fe y la plegaria son caminos privilegiados para
la genuina sabiduría.
1.4 La sabiduría, entendemos entonces, es patrimonio frecuente de los humildes.
Tiene mucho que ver con el conocimiento de uno mismo. Salomón reza diciendo:
"Yo no soy más un muchacho y no sé cómo actuar. Soy tu siervo y me encuentro
perdido en medio de este pueblo tuyo, tan numeroso, que es imposible contarlo.
Por eso te pido que me concedas sabiduría de corazón para que sepa gobernar a tu
pueblo." En vez de considerarse jefe de un pueblo se considera siervo de Dios. Por
consecuencia, cuanto más uno mira a quiénes tiene "debajo" y menos mira a Quién
tiene "arriba," menos sabiduría real adquiere.
2. Cosas Nuevas y Cosas Antiguas
2.1 Los que se tenían y eran tenidos por sabios en tiempos de Jesús eran los
escribas. Llevaban ese apelativo porque sabían leer y escribir, cosas escasas en la
época, y por esta capacidad podían entablar elevadas discusiones sobre las
posturas de los distintos comentadores de la Escritura.
2.2 Tal vez llevados por esa seguridad en su propio saber, los escribas en general
fueron hostiles a la enseñanza de Cristo. Lo veían como un entrometido y como
alguien que exhibía demasiada confianza con Dios, hasta el punto de llamarlo "mi
Padre." Casi siempre que vemos que se habla de escribas en los Evangelios, el tono
es de polémica con Jesucristo (Marcos 3,22-29; Lucas 20,46) o de estar asociados
con adversarios suyos (Lucas 15,2; 23,10; Juan 8,3); aunque hay excepciones,
como cuando Cristo hizo callar a los saduceos (Lucas 20,27-39). Uno pensaría que
es casi imposible que un escriba se abra al mensaje novedoso y poderoso del Reino
de Dios anunciado por Nuestro Señor.
2.3 Sin embargo, hubo casos de escribas que aceptaron a Jesús de corazón, e
incluso recordamos el caso de uno que no dudó en presentarse como discípulo suyo
haciendo lo que los discípulos hacían con sus maestros en las escuelas rabínicas, a
saber, repetir la lección (Marcos 12,28-34).
2.4 El evangelio de hoy nos presenta ese cuadro: ¿qué sucede cuando un escriba
cree en el mensaje del Mesías? ¿Qué pasa con todo lo que sabía? ¿Se pierde
simplemente? No es esa la opinión de Cristo. Cuando un hombre que tiene muchos
conocimientos acepta el Evangelio, todo lo que sabía se vuelve parte de su tesoro,
y de ese tesoro podrá sacar cosas antiguas, las que ya sabía, pero ahora desde otra
luz, y cosas nuevas, las alhajas propias de la gracia y la redención que ha recibido
últimamente.