XVIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Jueves
Lecturas bíblicas
a.- Jr. 31,31-34: Haré una alianza nueva y no recordaré tus pecados.
b.- Mt. 16, 13-23: Tú eres Pedro y te daré las llaves del Reino. Primer
anuncio de la Pasión.
Este evangelio, supone varios elementos a considerar, al momento de
comprenderlo en su conjunto. La pregunta de Jesús por su persona: “Quién es el
Hijo del Hombre?” (v.13), habla de cómo le importaba a Jesús esa respuesta de la
gente y la de los apóstoles: “Simón Pedro contesta: «Tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios vivo.» (v.16). La pregunta hay que situarla no en un afán de encuesta, sino
más bien, en despejar falsas apreciaciones acerca de la comprensión de la persona
de Jesús. Compararlo con los antiguos profetas, habla muy bien de Jesús, ya que
Elías era muy venerado por el pueblo, se esperaba su regreso, lo mismo que
Jeremías, el Mesías ocupaba el lugar más alto, aunque ninguno lo reconoce como
tal, a Juan el Bautista, entra dentro de los profetas (cfr. Mt.14,2; Mal.4,5; 14,5;
21,26). Todavía la gente está afuera, los discípulos deberían haberlo comprendido,
porque están dentro, más cerca de ellos (cfr. Mt. 4,11; 16,12). Pedro actúa como
voz de los demás apóstoles, es la opinión de ellos: Jesús es el Mesías. Esto es lo
decisivo, es el enviado de Dios, el último de los profetas, el auténtico interprete de
la Torá, ÉL es comienzo del final de los tiempos, la señal última de Dios para la
humanidad. El Hijo del Dios viviente, está ahí presente, es Enviado de Dios y la
respuesta de Pedro, es la pública confesión de la aceptación de ese conocimiento al
que hace partícipes el Mesías a sus discípulos y a quien quiera escuchar (cfr. Mt.11,
27). El tema del primado de Pedro, es propio de Mateo (cfr. Mc. 8, 27; Lc. 9, 18ss),
donde adquiere una relevancia especial el apóstol Pedro (vv.17-19). Estas palabras
van dirigidas sólo a Pedro: El conocimiento que acaba de profesar no viene de
abajo, la carne ni la sangre, sino de lo alto, es decir, es Dios quien lo ha inspirado.
Pedro es llamado bienaventurado, porque había dado el paso a la fe, estaba en
camino de madurar esa fe hasta alcanzar su plenitud, va conociendo lo más íntimo
del Reino de Dios (cfr. Mt.13, 11-12). “Tú eres Pedro” (v.18), viene a significar,
que debe ser piedra (cfr. Sal.18, 3; 31,4; 71,3). Pedro deberá ser roca, donde
Jesús edifique su Iglesia, no con piedras sino asamblea con hombres vivos. “Mi
Iglesia” (v.18), nos habla de la nueva comunidad que hace profesión de fe en
Jesús, el Mesías y en esa confesión se mantiene unida. Esta Iglesia es la plenitud
de la antigua alianza, porque es el mismo Dios de Israel quien la habita, Dios con
nosotros (cfr. Mt.1, 23), que en su amado Hijo se hace más cercano a su pueblo.
Las puertas del Hades, no tendrán ningún poder sobre la Iglesia, como tampoco la
tiene sobre ÉL (cfr. Rm. 6,9). La muerte es consecuencia del pecado, Jesús
vencerá al pecado con su sangre en la Cruz, rescatará a todo el género humano,
para obtener el perdón de sus pecados (cfr. Mt.20, 28; 26,28; 1Cor.15, 20). Las
llaves y el poder de atar y desatar (v.19), dados a Pedro, configuran la segunda
parte de la promesa. Es Dios quien delega en un hombre semejante poder, es todo
un misterio el que hace hablar a Jesús de este modo, un nuevo orden de la
salvación que confía en la fe del hombre. Atar y desatar, proviene del lenguaje
rabínico, poder para decidir si una doctrina es verdadera o falsa y también tiene el
sentido de acoger o expulsar a alguien de la comunidad. Pedro sabrá que doctrina
es verdadera y quien puede participar en la salvación del Reino siendo recibido en
la Iglesia de Cristo. Este veredicto de Pedro, tiene desde ahora validez en el Cielo,
ante Dios, sentencia confirmada por Dios, entrada en vigor desde el momento en
que se promulgó, como si el mismo Dios la hubiera decretado. Este poder lo
confiere también a los otros apóstoles, ya que Pedro es el primero entre los demás
apóstoles (cfr. Mt.18, 18), pero por ser el primero recibe la promesa (cfr. Mt.10, 2;
Ef. 2, 20). Hasta hoy la Iglesia, ejerce este servicio de evangelizar a la humanidad.
Santa Teresa de Jesús, coloca como fundamento de la vida comunitaria de sus
nuevas fundaciones a Jesucristo, hasta conseguir que cada comunidad fuese otro
colegio apostólico o colegio de Cristo. “Esto no viene aquí, porque en esta casa
nunca plega a Dios haya acuerdo de cosas de éstas (los bandos): sería infierno;
sino que la que fuere más, tome menos a su padre en la boca; todas han de ser
iguales. ¡Oh colegio de Cristo que tenía más mando san Pedro, con ser un
pescador y le quiso así el Señor, que san Bartolomé, que era hijo de rey! Sabía Su
Majestad lo que había de pasar en el mundo sobre cuál era de mejor tierra, que no
es otra cosa sino debatir si será buena para adobes o para tapias. Válgame Dios,
qué gran trabajo traemos!” (Camino 27,6).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD