COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires – ciclo 2014)
Decimoctavo del tiempo ordinario.
Evangelio según San Mateo 14, 13-21 (ciclo A)
Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo
supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio
una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, sanó a los enfermos. Al
atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto y
ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a
comprarse alimentos". Pero Jesús les dijo: "No es necesario que se vayan,
denles de comer ustedes mismos". Ellos respondieron: "Aquí no tenemos más
que cinco panes y dos pescados". "Tráiganmelos aquí", les dijo. Y después de
ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los
dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los
panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos
comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce
canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las
mujeres y los niños.
DIOS RESPONDE A NUESTRAS NECESIDADES
Ciertamente, el Señor viene para saciarnos, para colmar nuestro apetito y viene
para todos no para algunos. ¡Dios viene para todos! El ser humano siempre tiene
necesidades y podemos preguntarnos ¿qué tipo de necesidades?, ¿físicas,
materiales, sociales, trabajo, educación, salud, comida, bebida?, todo lo que
significa obtener un desarrollo digno de la persona y de la familia, que también
tenemos derechos a recibir y responsabilidades a cumplir; ambas son
importantes: derechos y obligaciones.
Ahora bien, estas necesidades, no pueden ser reducidas meramente a lo
corporal o humano porque también hay otras necesidades: necesidad de la
Palabra de Dios, de escucharla atentamente y de responder con responsabilidad;
necesidad de la Verdad; necesidad de vivir en el amor, en la justicia; necesidad
de respetarnos; necesidad de rezar. Es evidente que el ser humano las necesita
y Dios viene a darlo pero uno tiene que colaborar con ello.
Veamos este Evangelio: había mucha gente, había hambre, estaba anocheciendo
y Jesús preguntó “¿qué tienen?”, y sólo había dos pescados y cinco panes. Hubo
“algo” y ese “algo” fue transformado. También nosotros tenemos que dar ALGO
para ser transformados: el esfuerzo, la tarea, el amor, el servicio, la constancia,
la perseverancia, el sacrificio.
Es cierto que el hombre no sólo vive de pan, también vive de toda Palabra salida
de Dios.
Es cierto que no sólo tiene sed de agua, también tiene sed del Espíritu.
Es cierto que no sólo tiene necesidad de comer comida, también tiene necesidad
de recibir a Cristo en la Eucaristía.
Pidamos al Señor, sí, pero para que se dé ese milagro también cada uno de
nosotros tiene “algo” que ofrecer y ofrecerlo con fe, con confianza y con
decisión. Así se verá todo y todo será transformado. Que el Señor nos siga
acompañando con su presencia, sabiendo que no sólo se vive de pan sino de
toda Palabra salida de la boca de Dios.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén