Pan vs corrupción
Estamos asediados por todos los puntos cardinales. Los poros de nuestra humanidad
revientan en temor y grito. Pablo nos avisa sobre las tragedias que pueden socavar
nuestra fe. Entre ellas está el hambre. No es necesario describirla. Bastaría palpar las
contorsiones del estómago cuando somos sus víctimas o abrir los ojos y dejar que el
espectáculo traicione nuestra mirada y nos deje indiferentes…
No hay que multiplicar ad infinitum las divisiones del hambre. Yo sólo acepto dos: O el
que tiene hambre porque le falta lo mínimo para saciarse o aquel, aquella que teniendo
en abundancia, no pueden vivir por falta de hambre. No ha llegado aún a su instinto de
subsistencia, el hambre del compartir, de abrir la mano y dar a quien lo necesita. Está
bloqueado en su interior por intereses egoístas, por la pasión de acumular y acumular.
Las lecturas de hoy nos hablan de un Dios generoso, gratuito que multiplica el pan en
abundancia, pero que también quiere multiplicar los/as panaderos/as. Quiere recrear las
mismas actitudes suyas en todo miembro del Pueblo de Dios. Es decir, que
conociéndolo a Él y sabiendo de sus sentimientos, no permitamos jamás que alguien
pueda aguantar hambre, morirse de hambre. Esto por convicción, por compromiso.
Hoy relativizamos todo. Hasta la corrupción. La misma guerra se vuelve relativa con tal
de poder vender armas. Suscribo con verdadera pasión y con mi vida toda, la sentencia
de uno de nuestros grandes profetas: “Absoluto, sólo Dios y el hambre”. Todo lo demás
es relativo. No se entiende, no se acepta que los negociados entre cómplices de una
humanidad hambrienta prefieran sus intereses a la solución equitativa de un pan servido
y multiplicado para toda la humanidad.
Cochabamba 03.08.14
jesús osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com