Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 18, Lunes
----------------------------------------
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Ananías, el Señor no te ha enviado, y tú has inducido al
pueblo a una falsa confianza * Instrúyeme, Señor, en tus leyes * Alzó la mirada al
cielo, pronunció la bendición y dio los panes a los discípulos; los discípulos se los
dieron a la gente
Textos para este día:
Jeremías 28, 1-17:
Al principio del reinado de Sedecías en Judá, el mes quinto, Ananías, hijo de Azur,
profeta natural de Gabaón, me dijo en el templo, en presencia de los sacerdotes y
de toda la gente: Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: "Rompo el yugo
del rey de Babilonia. Antes de dos años devolveré a este lugar todo el ajuar del
templo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, cogió y se llevó a Babilonia. A
Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a todos los judíos desterrados en Babilonia
yo los haré volver a este lugar -oráculo del Señor-, porque romperé el yugo del rey
de Babilonia.""
El profeta Jeremías respondió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y
del pueblo que estaba en el templo; el profeta Jeremías dijo: Amén, así lo haga el
Señor. Que el Señor cumpla tu profecía, trayendo de Babilonia a este lugar todo el
ajuar del templo y a todos los desterrados. Pero escucha lo que yo te digo a ti y a
todo el pueblo: "Los profetas que nos precedieron, a ti y a mí, desde tiempo
inmemorial, profetizaron guerras, calamidades y epidemias a muchos países y a
reinos dilatados. Cuando un profeta predecía prosperidad, sólo al cumplirse su
profecía era reconocido como profeta enviado realmente por el Señor.""
Entonces Ananías le quitó el yugo del cuello al profeta Jeremías y lo rompió,
diciendo en presencia de todo el pueblo: Así dice el Señor: "Así es como romperé el
yugo del rey de Babilonia, que llevan al cuello tantas naciones, antes de dos años.""
El profeta Jeremías se marchó por su camino.
Después que el profeta Ananías rompió el yugo del cuello del profeta Jeremías, vino
la palabra del Señor a Jeremías: Ve y dile a Ananías: "Así dice el Señor: Tú has roto
un yugo de madera, yo haré un yugo de hierro. Porque así dice el Señor de los
ejércitos, Dios de Israel: Pondré yugo de hierro al cuello de todas estas naciones,
para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia; y se le someterán, y hasta las
bestias del campo le entregaré.""
El profeta Jeremías dijo a Ananías profeta: Escúchame, Ananías; el Señor no te ha
enviado, y tú has inducido a este pueblo a una falsa confianza. Por eso, así dice el
Señor: "Mira: yo te echaré de la superficie de la tierra; este año morirás, porque
has predicado rebelión contra el Señor.""
Y el profeta Ananías murió aquel mismo año, el séptimo mes.
Salmo 118:
Apártame del camino falso, / y dame la gracia de tu voluntad. R.
No quites de mi boca las palabras sinceras, / porque yo espero en tus
mandamientos. R.
Vuelvan a mí tus fieles / que hacen caso de tus preceptos. R.
Sea mi corazón perfecto en tus leyes, / así no quedaré avergonzado. R.
Los malvados me esperaban para perderme, / pero yo meditaba tus preceptos. R.
No me aparto de tus mandamientos, / porque tú me has instruido. R.
Mateo 14, 13-21:
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, El Bautista, se marchó
de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por
tierra desde los pueblos.
Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se
hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: Estamos en despoblado y es muy
tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer."
Jesús les replicó: No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le
replicaron: Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo:
Traédmelos."
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los
dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los
dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta
quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco
mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Homilía
Temas de las lecturas: Ananías, el Señor no te ha enviado, y tú has inducido al
pueblo a una falsa confianza * Instrúyeme, Señor, en tus leyes * Alzó la mirada al
cielo, pronunció la bendición y dio los panes a los discípulos; los discípulos se los
dieron a la gente
1. Un Profeta que buscó ser demasiado aceptado
1.1 La primera lectura nos presenta el contraste entre dos profetas, uno falso, de
nombre Jananías y otro verdadero, llamado Jeremías. La característica externa más
sobresaliente del falso profeta es que pretendía decir lo que la gente quería oír, es
decir, que los amagos de invasión que ya se habían presentado no iban a pasar de
ser amagos. Jeremías, en cambio, tuvo que decir la parte que la gente no quería
escuchar: que las cosas se iban a poner mucho peor, como efectivamente se
pusieron.
1.2 Jananías es un profeta que quiso ser demasiado aceptado y para eso modeló su
lenguaje haciéndolo aceptable. En realidad estaba haciendo un daño a la gente,
como se lo denunció Jeremías, pues le dijo: "has predicado rebelión contra el
Señor." Esta denuncia del verdadero profeta es interesante porque solemos pensar
que rebelarse contra Dios es tomar una actitud altanera y grosera, y no es así; por
lo menos no es así forzosamente.
1.3 Hay una rebelión que consiste en gritar que uno no cree más en Dios; pero hay
otra, más sutil pero no menos venenosa, que consiste en cambiar a Dios, en
sustituirlo por algo o alguien, aunque sin hacer ruido. Como cuando ya no oramos
pero sí hacemos "meditación zen," o cuando ya no perdonamos pero sí hacemos
"higiene mental," o cuando ya no alabamos a Dios pero sí "entramos en armonía
con el cosmos." Al final terminamos cambiando a Dios y olvidando el sacrificio de la
Sangre de Cristo, aunque seguimos pensando que somos grandes creyentes y
gente muy espiritual. Esa es rebelión; esa es la rebelión que predicó Jananías...en
versión del siglo XXI.
2. "Denles ustedes de comer..."
2.1 El evangelio de hoy nos ayuda a profundizar en el tema siempre actual del
hambre. Muchos seguramente sentimos que las palabras del Señor Jesús a sus
apóstoles son más que una frase anecdótica, ante el hambre del mundo: "denles
ustedes de comer".
2.2 ¿Qué tal suenan hoy, por ejemplo, las palabras de San Juan Crisóstomo en sus
Homilías sobre el evangelio según san Mateo? Allí nos dice el santo doctor:
"¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo encuentres
desnudo en los pobres, ni lo honres aquí en el templo con lienzos de seda, si al salir
lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el mismo que dijo: esto es mi cuerpo, y
con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó también: Tuve hambre y no me
disteis de comer, y más adelante: Siempre que dejasteis de hacerlo a uno de estos
pequeñuelos, a mí en persona lo dejasteis de hacer [...].¿De qué serviría adornar la
mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero
de comer al hambriento, y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de
Cristo...".
2.3 Resuenen, pues, en nuestros oídos las palabras del Papa Juan Pablo II en el n.
20 de su Carta "Ecclesia de Eucharistia", allí donde nos dice: "¿Qué decir... de las
tantas contradicciones de un mundo globalizado, donde los más débiles, los más
pequeños y los más pobres parecen tener bien poco que esperar? En este mundo es
donde tiene que brillar la esperanza cristiana. También por eso el Señor ha querido
quedarse con nosotros en la Eucaristía, grabando en esta presencia sacrificial y
convival la promesa de una humanidad renovada por su amor.
2.4 "Es significativo que el Evangelio de Juan, allí donde los Sinópticos narran la
institución de la Eucaristía, propone, ilustrando así su sentido profundo, el relato del
lavatorio de los pies, en el cual Jesús se hace maestro de comunión y servicio (cf.
Jn 13, 1-20). El apóstol Pablo, por su parte, califica como indigno de una
comunidad cristiana que se participe en la Cena del Señor, si se hace en un
contexto de división e indiferencia hacia los pobres (Cf. 1 Co 11, 17.22.27.34)".