Comentario al evangelio del jueves, 21 de agosto de 2014
Voy a hacer una recomendación a todos los lectores. Miren la primera lectura de este día. Agarren
un cuaderno y un bolígrafo –lo que antiguamente se llamaba “recado de escribir”– y copien con la
mejor de sus letras esta primera lectura en una hoja limpia. Háganlo a partir de “Os recogeré de entre
las naciones...” y hasta el final de la lectura. Luego, arrancan con cuidado la hoja del cuaderno, la
doblan y la meten en la cartera. Pueden hacer otra copia y ponerla en la puerta del frigorífico con un
imán. Y otra con un poco de cinta adhesiva en el espejo del cuarto de baño. De esa forma, podrán leer
y releer el texto cuando van al trabajo o a hacer unos recados en el autobús o en el tren, cuando se
lavan y/o afeitan por la mañana y cuando están a punto de prepararse la cena. Hasta que esa palabras se
nos queden grabadas en la memoria. Y, lo que es más importante, en el corazón.
Es la voz de nuestro Dios que nos asegura que nunca nos dejará de su mano, que nos llevará a
nuestra tierra, que nos purificará de todo lo malo que hay en nosotros, que nos dará un corazón nuevo y
un espíritu nuevo –¡de hijos!–. Y seremos su pueblo y él será nuestro Dios.
Hoy estamos en camino pero sabemos donde está la meta. Porque Dios no nos va a fallar. Por eso,
ya en el camino, vamos haciendo fraternidad, notamos que se nos resquebraja el corazón de piedra y
que va aflorando la carne y la ternura, el perdón y la misericordia. Sentimos que abrimos los ojos y los
otros, los que nos rodean, dejan de ser una amenaza para nuestra seguridad para empezar a convertirse
en hermanos y hermanas. El cambio no es de golpe. Ya se va produciendo en el camino.
Así, cuando lleguemos a la meta, casi sin darnos cuenta, entraremos a la fiesta del banquete del
Reino con el traje de bodas puesto. Entraremos todos de la mano a celebrar la fiesta de los hermanos en
torno al Padre. En el camino vivimos ya la esperanza y el gozo anticipado de la fiesta que viene. En el
camino no dejamos a nadie atrás, vamos haciendo familia, comunidad, iglesia. Eso es seguir a Jesús.
Fernando Torres Pérez, cmf