XX Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Lunes
Vende lo que tienes y da el dinero a los pobres
I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la profecía de Ezequiel 24,15-24:
Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, voy a arrebatarte
repentinamente el encanto de tus ojos; no llores ni hagas duelo ni derrames
lágrimas; aflígete en silencio como un muerto, sin hacer duelo; líate el turbante
y cálzate las sandalias; no te emboces la cara ni comas el pan del duelo.»
Por la mañana, yo hablaba a la gente; por la tarde, se murió mi mujer; y, a la
mañana siguiente, hice lo que se me había mandado.
Entonces me dijo la gente: «¿Quieres explicarnos qué nos anuncia lo que estás
haciendo?»
Les respondí: «Me vino esta palabra del Señor: "Dile a la casa de Israel: 'Así dice
el Señor: Mira, voy a profanar mi santuario, vuestro soberbio baluarte, el
encanto de vuestros ojos, el tesoro de vuestras almas. Los hijos e hijas que
dejasteis caerán a espada. Entonces haréis lo que yo he hecho: no os
embozaréis la cara ni comeréis el pan del duelo; seguiréis con el turbante en la
cabeza y las sandalias en los pies, no lloraréis ni haréis luto; os consumiréis por
vuestra culpa y os lamentaréis unos con otros. Ezequiel os servirá de señal:
haréis lo mismo que él ha hecho. Y, cuando suceda, sabréis que yo soy el
Señor.»
Dt 32,18-19.20.21 R/. Despreciaste a la Roca que te engendró
Despreciaste a la Roca que te engendró,
y olvidaste al Dios que te dio a luz.
Lo vio el Señor, e irritado
rechazó a sus hijos e hijas. R/.
Pensando: «Les esconderé mi rostro
y veré en qué acaban,
porque son una generación depravada,
unos hijos desleales.» R/.
«Ellos me han dado celos con un dios ilusorio,
me han irritado con ídolos vacíos;
pues yo les daré celos con un pueblo, ilusorio
los irritaré con una nación fatua.» R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 19,16-22:
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué tengo que
hacer de bueno para obtener la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno.
Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.»
Él le preguntó: «¿Cuáles?» Jesús le contestó: «No matarás, no cometerás
adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre,
y ama a tu prójimo como a ti mismo.»
El muchacho le dijo: «Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?» Jesús le
contestó: «Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los
pobres –así tendrás un tesoro en el cielo– y luego vente conmigo.» Al oír esto, el
joven se fue triste, porque era rico.
II. Compartimos la Palabra
Ezequiel os servirá de señal
El profeta se atreve a predecir el inminente asedio de Jerusalén y para ello no
ahorra ni imágenes ni augurios duros en la forma y en el fondo. Pero, al parecer,
Ezequiel advierte que no es suficiente con el anuncio verbal de la calamidad que
sobrevendrá sobre la ciudad santa para que los israelitas caigan en la cuenta de
lo que está sucediendo, ni admitan cómo han ido provocando la cólera de Yahvé.
Por eso, la biografía del profeta se torna ahora profecía, como mejor señal de lo
que ocurrirá al pueblo elegido por mor de sus persistentes idolatrías e
infidelidades, de tal modo que lo que a éste suceda será anticipo de lo que
acontecerá en Jerusalén; y lo que haga el profeta como gesto o llamada de
atención, harán las gentes israelitas para recuperar la concordia con Dios. Y de
este modo Ezequiel verá deteriorarse la salud de su propia esposa, la desgracia
amenazante se acercará a su casa y, aún así, el oráculo pide que se contenga,
que no manifieste señal alguna señal de duelo, que resista. El texto profético
solicita que el pueblo secunde los hechos y gestos de Ezequiel como signo de
purificación, como un volver a empezar sólo con el apoyo de la fuerza del Señor.
Para ello bueno es que reconozcan la impiedad de su modo de vida, que no
vuelvan a llamar dios a la obra de sus manos, que no se cierren a su propia
carne recuperando su vocación de cercanía y humanidad, y, entonces, solo
entonces, llegará el día en que el pueblo recibirá la hermosa noticia de su
salvación; porque para captar el mensaje de Dios, preciso es primero desbrozar
el terreno en el que, por inhumano, nunca estará Dios.
Vende lo que tienes y da el dinero a los pobres
En la pedagogía que el evangelio ofrece en el variado campo de las relaciones
interpersonales aparece nuestro texto que suele nominarse ‘del joven rico’.
Condición personal de la que no se hace mención en su inicio. Nada más abrirse
el diálogo Jesús precisa no tanto la literalidad de la cuestión que se le formula
cuanto la intención y el contenido que debe suponerse; no deja rotular la posible
acción con criterios éticos (hacer lo bueno) cuanto que quede claro que la
orientación vital y personal es hacia una persona, el Bueno por excelencia, que
establece con claridad que los mandatos que tocan al prójimo, la relación con los
iguales, es lo que determina la calidad de nuestra relación con Él. El joven
afirma ser fiel cumplidor de la ley, y Jesús le ofrece un itinerario de plenitud y
madurez, imposible de trazar en el contexto de la Ley; porque la pobreza es una
condición necesaria para el seguimiento del Señor Jesús. El evangelio desvela
ahora la condición personal del joven: era rico. Y, en principio, ser rico no es un
dato negativo; sí lo es: ser rico para el mundo no para Dios; dar a los recursos
humanos, necesarios para la vida, la calidad de ídolos que no le pertenecen y,
más cuando invaden el corazón; y lo que es peor, llegar a ser rico
empobreciendo a los iguales negando el valor de utilidad que tienen los medios
materiales para, de esta forma, poder disfrutar todos de los bienes de la tierra,
pues ese es su destino primero. Mensaje que extrañó otrora a los discípulos. Lo
lamentable es que a estas alturas de la historia hagamos lecturas evasivas de
páginas del evangelio como la de nuestro texto. El seguimiento de Jesús es para
asimilarse lo más completamente posible al estilo y actitud del Maestro, no como
pose estética, sino como mejor opción para centrar la vida y el corazón en lo que
es más importante: sentido de vivir al estilo del Maestro de Galilea.
Fr.Manés de Guzmán OP., hermano y apoyo de Domingo de Guzmán en el
alumbramiento de los Frailes Predicadores nos anima al fiel seguimiento del
Maestro con su estilo vital cordial y humilde.
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de San Jacinto (Sevilla)
Con permiso de dominicos.org