XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
ALGO MÁS… SOBRE LA PAZ
Una y otra vez en sus homilías o en sus catequesis, nuestro Papa Francisco
clama: “Sin oración no habrá Paz ” Es decir, sin una buena relación con
Dios, el Hombre no puede encontrar la Paz en ningún ámbito de su
existencia. Lo acepte o no, el Hombre fue creado por Dios- Varón –Mujer –
y lo creó con todas las perfecciones humanas. Lo creó en perfecta armonía
consigo mismo, con los demás seres creados, el cosmos, y con su Creador
llámese Absoluto y que llamamos: Dios. Tal es así la armonía, la Paz, es el
anhelo insuperable del Ser Humano. El filósofo Sartre, que reflexionó mucho
sobre las aspiraciones humanas, no llegó a encontrar la causa última de la
existencia humana y sus profundas aspiraciones, como llegaron otros
filósofos, Aristóteles entre otros y concluía que la Naturaleza Humana
estaba mal hecha. Porque experimentaba la sin razón de la guerra. Percibía
en la hondura del corazón humano, la más honda aspiración a vivir la PAZ y
sin embargo se sumía en la crueldad de la Guerra.
Es que la Paz es don de Dios y este don tiene un nombre y su nombre es
JESÚS. Por eso, en la Biblia Jesús es llamado el Príncipe de la Paz, la
Reconciliación en persona, la Buena Noticia para la Humanidad. Su
Nacimiento fue anunciado con voces que cantaron “Gloria a Dios en la
alturas y Paz a los hombres amados por El”.
La gloria y la Paz son propiedad divina. Y Jesús resucitado triunfador
sobre la muerte cuantas veces se manifiesta saluda con “la Paz está con
Ustedes”. Un saludo a ugurio de que a partir de muerte y resurrección se ha
abierto un nuevo mundo posible para quiénes acepten el proyecto de Dios
Creador y Salvador.
No olvidemos, entonces, los cristianos que la Paz siendo un don de Dios en
Jesucristo el Señor, el primer compromiso de nuestra Fe Cristiana es
abrirnos al don de la Paz. Compromiso que comienza orando por la Paz
para involucrarnos en los caminos que llevan a Paz Personal, Familiar,
Social- Política y Cultural- Es decir, que la Paz que viene de lo Alto baja a
todos los rincones de la vida en todas sus dimensiones, en el proyecto de
Dios para recuperar a la humanidad sumida en la desdicha de la violencia.
De suerte que se recupere en el mundo de los hombres la convivencia
armónica y fraterna perdida en un mundo arruinado y triste por
injusticias y todo tiempo de violencias y muertes prematuras.
Es que la oración cristiana no es simplemente un rezo …Nace de la Fe
en Jesús que es Dios que se hace hombre para que seamos capaces de vivir
la humanidad a pleno. LA ORACIÓN POR LA PAZ nos descubre el secreto
que la verdadera paz reside en el respeto de los Derechos Humanos. Por
eso que S. Juan Pablo II afirma en forma categórica: “la paz florece cuando
se observan íntegramente los Derechos Humanos, mientras que la guerra
nace de su transgresión y se convierte a su vez en causa de ulteriores
violaciones aún más graves 1 ”. Y prosigue “si se ignoran o desprecian los
Derechos Humanos y se cae en la búsqueda de intereses particulares que
prevalecen injustamente sobre el bien común, se siembran inevitablemente
los gérmenes de la inestabilidad, la rebelión y la violencia”.
Lamentablemente esta advertencia de la Iglesia es una descripción de lo
que acontece en nuestro mundo actual y llena el noticiero diario. Es la
tragedia de una sociedad sin Dio y por eso sin amo fraterno. Los cristianos
no podemos quedarnos con lamentaciones. Nuestra fe nos reviste de la
fuerza de la oración por la Paz que nos compromete a no pasar al margen
de los conflictos armados y de la violencia generalizada. Por el contrario,
nos compromete al análisis de los hechos y de las causas de todo tipo de
violencia para encontrar vías de acción que siembren la paz que han de
cosechar nuevas generaciones.
1 Cfr. Mensaje. 1 enero 1.999
Nada aparece por generación espontánea, tampoco la guerra o la paz. La
historia humana es un proceso, en el cual unos tendremos que sembrar en
el presente lo que otros cosecharán en el futuro. A los discípulos de Jesús,
siguiendo sus pasos, nos toca sembrar gérmenes de vida y no de muerte y
extinción.
La guerra siembra la muerte. La Paz, que nos trae Jesús, genera el gozo de
vivir en el amor fraterno. Porque Dios es Amor 2
Miguel Esteban
Hesayne
mehm@fibertel.com.ar
2 1 Jn. 4, 8