EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
lunes 11 Agosto 2014
Lunes de la decimonovena semana del tiempo ordinario
Libro de Ezequiel 1,2-5.24-28c.
El día cinco del mes -era el año quinto de la deportación del rey Joaquín-
la palabra del Señor llegó a Ezequiel, hijo del sacerdote Buzí, en el país de los
caldeos, a orillas del río Quebar. Allí la mano del Señor descendió sobre él.
Yo miré, y vi un viento huracanado que venía del norte, y una gran nube con un
fuego fulgurante y un resplandor en torno de ella; y de adentro, de en medio del
fuego, salía una claridad como de electro.
En medio del fuego, vi la figura de cuatro seres vivientes, que por su aspecto
parecían hombres.
Yo oí el ruido de sus alas cuando ellos avanzaban: era como el ruido de aguas
torrenciales, como la voz del Todopoderoso, como el estruendo de una multitud o
de un ejército acampado. Al detenerse, replegaban sus alas.
Y se produjo un estruendo sobre la plataforma que estaba sobre sus cabezas.
Encima de la plataforma que estaba sobre sus cabezas, había algo así como una
piedra de zafiro, con figura de trono; y encima de esa especie de trono, en los más
alto, una figura con aspecto de hombre.
Entonces vi un fulgor como de electro, algo así como un fuego que lo rodeaba
desde lo que parecía ser su cintura para abajo; vi algo así como un fuego y una
claridad alrededor de él:
como el aspecto del arco que aparece en las nubes los días de lluvia, así era la
claridad que lo rodeaba. Este era el aspecto, la semejanza de la gloria del Señor. Al
verla, caí con el rostro en tierra y oí una voz que hablaba.
Salmo 148(147),1-2.11-12ab.12c-14a.14bcd.
¡Aleluya!
Alaben al Señor desde el cielo,
alábenlo en las alturas;
alábenlo, todos sus ángeles,
alábenlo, todos sus ejércitos.
Los reyes de la tierra y todas las naciones,
los príncipes y los gobernantes de la tierra;
los ancianos, los jóvenes y los niños,
alaben el nombre del Señor.
Porque sólo su Nombre es sublime;
su majestad está sobre el cielo y la tierra,
y él exalta la fuerza de su pueblo.
¡A él, la alabanza de todos sus fieles,
y de Israel, el pueblo de sus amigos!
¡Aleluya!
Evangelio según San Mateo 17,22-27.
Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: "El Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de los hombres:
lo matarán y al tercer día resucitará". Y ellos quedaron muy apenados.
Al llegar a Cafarnaún, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro
y le preguntaron: "¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?".
"Sí, lo paga", respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a
preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las
tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?".
Y como Pedro respondió: "De los extraños", Jesús le dijo: "Eso quiere decir que los
hijos están exentos.
Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma
el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata:
tómala, y paga por mí y por ti".
Comentario del Evangelio por :
San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Carta a 35, 6.13; PL 16, 1078 (trad. breviario, miércoles V ordinario)
«Los hijos son libres»
[Dice el Apóstol] que la misma creación entera está en expectación de esa
manifestación gloriosa de los hijos de Dios (Rm 8,19), ya que las criaturas todas
están ahora sometidas al desorden, a pesar suyo, pero conservando la esperanza,
ya que esperan de Cristo la gracia de su ayuda para quedar ellas a su vez libres de
la esclavitud de la corrupción, para tomar parte en la libertad que con la gloria han
de recibir los hijos de Dios; de este modo, cuando se ponga de manifiesto la gloria
de los hijos de Dios, será una misma realidad la libertad de las criaturas y la de los
hijos de Dios. Mas ahora, mientras esta manifestación no es todavía un hecho, la
creación entera gime en la expectación de la gloria de nuestra adopción y redención
(v. 22) […].
Está claro que los que gimen anhelando la adopción filial lo hacen porque poseen
las primicias del Espíritu; y esta adopción filial consiste en la redención del cuerpo
entero, cuando el que posee las primicias del Espíritu, como hijo adoptivo de Dios,
verá cara a cara el bien divino y eterno; porque ahora la Iglesia del Señor posee ya
la adopción filial, puesto que el Espíritu clama: «¡Abba!» (Padre) (v. 15), como dice
la carta a los Gálatas. Pero esta adopción será perfecta cuando resucitarán, dotados
de incorrupción, de honor y de gloria, todos aquellos que hayan merecido
contemplar la faz de Dios; entonces la condición humana habrá alcanzado la
redención en su sentido pleno. Por esto, el Apóstol afirma, lleno de confianza, que
en esperanza fuimos salvados (v. 24). La esperanza, en efecto, es causa de
salvación, como lo es también la fe, de la cual se dice en el evangelio: Tu fe te ha
salvado. (Mc 5,34).
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”