XIX Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Sábado
Lecturas bíblicas
a.- Ez.18,1-10.13.30-32: Os juzgaré a cada uno según su proceder.
b.- Mt. 19,13-15: Dejad que los niños vengan a mí.
Este evangelio nos narra la imposición de manos y la bendición de los niños, era
común en la época de Jesús; la podían hacer los padres, pero también los rabinos.
Este evangelio nos muestra a Jesús, cómo con su afabilidad y oración, atraía a las
personas (cfr. Mt.14, 23; Mc. 1,35), en este caso a los niños (cfr. Mt. 18,2). A Jesús
le llevan no sólo enfermos para que los sane sino niños para que los bendiga, gesto
lleno de confianza de parte de los padres. Necesitan del cuidado de los padres, sino
del mayor de ellos: Dios Padre. Jesús impone sus manos sobre ellos, orar e invocar
en su favor la protección y la gracia de Dios. Sin embargo, a los discípulos les
parece inoportuno el gesto y quitarle tiempo al Maestro. Desconocen la atracción y
confianza que ejerce Jesús sobre las gentes y la idea que tiene el Maestro acerca de
los niños (cfr.Mt.18,3). Admite no sólo que los niños puedan acercarse, sino que
enseña que el reino de los Cielos es como ellos (v.14). Los niños simbolizan, la
actitud de los llamados al reino de Dios: deben ser como niños. Los niños también
están llamados al reino y a la promesa del Padre, aunque por ahora sean pequeños
y entiendan los que puedan a su edad. En la mente de los fariseos, los niños y
mujeres no eran considerados para comprender la ley, según ellos la religión era
cosa de hombres. Jesús exalta a los excluidos como los niños y las mujeres. El niño
también puede entender, que Dios reina y su voluntad se debe cumplir. Desde esta
perspectiva también los niños se pueden poner junto a Aquel que trae el reino de
Dios. “Dejad que los niños vengan a mí” (v.14). Se destaca de ellos la humildad, en
el sentido de la dependencia que tienen de sus padres, la misma que deben tener
los hombres frente a Dios, puesto que la iniciativa y su gracia de la salvación se
vuelca sobre el hombre que se hace pequeño como un niño. La bendición de Jesús,
hace presente el reino, es decir, también a los pequeños, se da el reino de Dios.
Quizás sean ellos los que mejor conocen a Dios (cfr. Mt.11,25). La Iglesia
comprendió la importancia del deseo de Jesús de no impedir que los niños se
acerquen a ÉL, dando el bautismo, a los más pequeños para que fueran cristianos
desde el inicio de su existencia, aunque sean los padres los que profesen la fe que
quieren para su hijo. Hoy también se les ofrece la participación en la Eucaristía,
desde cuando saben distinguir entre el Cuerpo del Señor, y el pan común (cfr.
Mt.11, 26). Cuántos niños y niñas han alcanzado a temprana edad, la santidad más
heroica. Aprendamos de ellos, puesto que Dios Padre espera mucho de ellos.
Santa Teresa de Jesús, desde su niñez conoció a Dios, primero porque en su hogar
se respiraba una sana piedad cristiana y por tener padres virtuosos. “Lo que
importa en la niñez tratar con personas virtuosas” (V 1,2).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD