XXI Semana del Tiempo Ordinario (A ño Par)
Lunes
Lecturas bíblicas
a.- 2Tes. 1,1-5.11-12: El Señor sea vuestra gloria.
b.- Mt. 23, 13-22: ¡Ay de vosotros, guías ciegos!
Nos encontramos con cuatro, de las siete de las maldiciones o imprecaciones de
Jesús contra los escribas y fariseos, a los que denomina hipócritas, puesto que se
habían constituido en un obstáculo para la fe (Mt. 23,13.15.16.23; 25.27.29). El
Reino de Dios, aparece con la persona de Jesús de Nazaret, pero fue rechazado por
los dirigentes judíos, pero no se contentaron con rechazar a Jesús sino también
perseguir a los que creyeron en ÉL. “Ay de vosotros, escribas y fariseos que cerráis
a los hombres…” (v.13). Ellos tenían las llaves del reino de los Cielos o del saber,
porque estaban sentados en la cátedra de Moisés (cfr. Lc.11,52). El amplio
conocimiento que tenían de las Escrituras, debió llevarlos a descubrir en Jesús, al
Mesías esperado. Cristo Jesús, se definió como la puerta y el camino hacia el reino
de Dios (cfr. Jn. 10,7; 14,6), sin embargo, no tienen esperanza de llegar al reino
porque no dejan entrar a los que lo desean. Ellos eran los llamados a enseñar el
recto camino, explicar en forma sencilla lo que la ley pedía al pueblo de Dios. Jesús
declara su doctrina como falsa, malos administradores, habrá que proveer otro
administrador y encargado de la llave (cfr. Mt.16,19; 21,43). “Ay de vosotros,
escribas y fariseos hipócritas que recorréis el mar y la tierra para hacer un
prosélito…” (v.15). Un segundo tema, es el proselitismo judío que pretendía un
reino universal de Yahvé. Jesús condena a los prosélitos como hijos de
condenación, porque estos paganos convertidos al judaísmo eran más fanáticos que
los propios judíos. Su soberbia y autoafirmación encontraba su origen en la justicia
que venía de la Ley (cfr. Fil. 3,6), lo que cerraba el camino a la novedad del reino
de Dios. Es posible que estos prosélitos sean los mismos enemigos que encontrará
Pablo en sus correrías apost￳licas. “Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: El que
jure por el santuario… (v.16). Una última recriminaci￳n de Cristo a los fariseos se
refiere al juramento, donde se pone a Dios como testigo de las acciones humanas.
Ni las ofrendas de animales, ni el oro, limitan la acción de Dios ni pueden obligarle
al capricho humano. Dios es el Señor del templo y del altar, simbolizan su
presencia; templo y altar son más que las todas las ofrendas, cuyo valor viene
precisamente del templo y del altar habitado por Dios (cfr. Mt. 5, 33-37). La gran
hipocresía de nuestro tiempo es el divorcio entre fe y vida, denunciada por el
Concilio Vaticano II (cfr. GS 19,3). Se constata la diferencia entre una relación
formal, llena de hipocresía y la que quiere Jesús para el creyente una adoración
viviente y personal con Dios, todo servicio debe ser sincero y nacer de un corazón
de hijo de Dios. La fe de por sí es dinámica y se encarna en la realidad, que nos
toca vivir y ahí es donde despliega su luz que ilumina las mentes y los corazones de
los que están lejos de Dios. Fe y acción, oración y trabajo, unión con Dios y servicio
al prójimo. No desfiguraremos el rostro de Dios, si continuamente contemplamos la
luz que reverbera la faz de Cristo Jesús.
Teresa de Jesús, desde pequeña buscó la verdad hasta que la encontró, como
cristiana y religiosa carmelita, en Cristo Jesús. “Era el Se￱or servido me quedase en
esta ni￱ez impreso el camino de la verdad” (Vida 1,5).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD