XXI Semana del Tiempo Ordinario (A ño Par)
Viernes
Lecturas bíblicas
a.- 1Cor.1, 17-25: Predicamos a Cristo crucificado.
b.- Mt. 25, 1-13: Parábola de las diez vírgenes.
Esta parábola, se refiere claramente a la segunda venida de Cristo, para aquellos
que viven entre la resurrección y la parusía del Señor. En el Sermón de la montaña,
al final, Jesús hace el contrapunto entre un hombre necio y uno sensato, respecto a
la construcción de una casa (cfr. Mt.7, 24-27). Sensatos son aquí los que escuchan
y ponen por obras el Evangelio, en cambio, los necios son los que escuchan y
guardan lo escuchado. El aceite de las vírgenes, no es otra cosa que el Evangelio
hecho vida. Quien no lleva aceite en la vida, no tiene las obras que profesan sus
labios: Señor, Señor (cfr. Mt.7, 22). El Juez, Esposo, reconocerá solamente a
quienes le han reconocido a lo largo de su vida, los demás no le pertenecen, el Juez
no les conoce (cfr. Mt.7,22; 11,27). Momento solemne que se vive en la
consumación del mundo, Juicio final, momento último; por esto el reino de Dios se
compara con el banquete donde ingresan las vírgenes. Otro momento importante
de la parábola, es la preparación para participar en el banquete, pero hay dos
elementos a considerar: el retraso del novio y el sueño que las embarga a todas. La
diferencia entre las vírgenes se da en la actitud fundamental del grupo: unas eran
necias y las otras cinco prudentes. Las necias no estaban preparadas, no trajeron
aceite suficiente para sus lámparas, no contaron con el posible retraso del esposo.
Cuando se oye que llega, todas preparan sus lámparas para acompañarlo, las
prudentes se lo niegan a las necias, no por egoísmo, sino porque la preparación es
personal e insustituible. Era necesaria la vigilancia, había que contar con la espera.
Las prudentes les aconsejan a sus compañeras, que vayan a comprar aceite,
mientras tanto llegó el novio, las primeras entraron al banquete, y se cerró la
puerta. El momento es tan solemne, como serio, lo que exige una responsabilidad
personal: a la hora menos, pensada llega el Esposo. Sólo los que estén preparados,
cuando venga el Esposo podían ingresar en la sala del banquete y participar de la
boda; el no estar preparados supone la no participación, la exclusión, cerrada la
puerta, no vale insistir. Toda la terminología de la parábola apunta a la parusía:
salir al encuentro del Esposo, levantarse y preparar las lámparas, participación en
el banquete, invitación a vigilar porque no se sabe ni el día ni la hora. La llegada del
esposo ocurre repentina e inesperadamente. Las diez vírgenes representan a la
comunidad eclesial que espera; el retraso del novio se refiere a la parusía del
Señor; el rechazo de éste a las necias, el Juicio final. Con esta parábola se refleja
claramente las diversas actitudes que hay dentro de la Iglesia, previsores y
descuidados, fieles e ingratos, preparados y no preparados para cuando venga el
Señor; las lámparas y el aceite simbolizan representan la necesidad de la
preparación con los elementos, que en la comunidad están al servicio de todos, la
fe y la palabra, la Eucaristía y la oración, el servicio al prójimo. Sólo una vida de fe,
valdrá ante el Justo Juez.
Teresa de Jesús, invita a sus monjas y a nosotros a estar siempre trabajando
contentos y alegres en la viña del Señor, la mejor disposición para entrar al
banquete de bodas cuando llegue el Esposo Cristo. “Como los ve presentes y con
gana de servir, y tiene ya entendido para lo que es cada uno, reparte los oficios
como ve las fuerzas, y si no estuviesen presentes no le daría nada ni mandaría en
qué sirviesen. Así que, hermanas, oración mental, y quien ésta no pudiere, vocal y
lección y coloquios con Dios, como después diré. No se deje las horas de oración
que todas, no sabe cuándo llamará el Esposo no acaezca como a las vírgenes locas
(Mt. 25,1-13), y la querrá dar más trabajo disfrazado con gusto; si no, entiendan
no son para ello y que les conviene aquello y aquí entra el merecer con la humildad
creyendo con verdad que aun para lo que hacen no son, andar alegres sirviendo en
lo que les mandan, como he dicho” (CV 18,4).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD