Comentario al evangelio del jueves, 4 de septiembre de 2014
Vamos a fijarnos en la última frase del Evangelio de hoy. Posiblemente es la más importante: “Y
dejándolo todo, lo siguieron.” Eso marca el final de un proceso. Y el final suele ser lo más importante.
Por en medio habrá habido pasos adelante y pasos atrás, dudas, vacilaciones, momentos de luz y
claridad... Pero lo importante es llegar.
Dos historias para aclararlo. Recuerdo que cuando estaban a punto de beatificar al fundador del
Opus Dei, vi un programa de televisión en el que unos invitados debatían sobre la vida del santo. Uno
de ellos comenzó a contar que en la vida del futuro beato había habido algunos momentos de
oscuridad, no tan santos para entendernos. Fue un jesuita el que le respondió –y muy bien– que lo
importante era el final, que en todo proceso hay momentos diversos y que, dadas las limitaciones que
tenemos todas las personas, no es de extrañar que en la vida de monseñor Escrivá hubiese habido
momentos de dificultad, de oscuridad, errores incluso. Lo importante había sido su capacidad para
superar esos momentos, para seguir caminando, para mantener firme la mirada en la meta.
La otra historia pertenece a mi propia experiencia cuando hace año hice el Camino de Santiago. Es
un camino largo, 700 kilómetros. Un mes caminando todos los días. Hay momentos para todo. A veces
duelen los pies y las piernas. A veces uno se siente cansado. Hay momentos en lo que uno se pregunta
por qué se metió en semejante locura o qué se le ha perdido en Santiago. Pero también hay momentos
de luz, de claridad, de buen humor, de diálogo con los otros caminantes con los que se comparte el
Camino. Y, al final, cuando se llega, se sabe que todo lo que se ha pasado, alguna tendinitis y muchas
ampollas incluidas, ha valido la pena.
Pedro escuchó a Jesús, luego le siguió, luego dudó, luego le volvió a seguir. Por el camino llegó a
negar haber conocido a Jesús. Es que Pedro era una persona normal, como nosotros. Con sus
debilidades y sus fortalezas. Lo importante es que se mantuvo en el empeño. Siguió tras Jesús. Y llegó
a su meta. Si él pudo, nosotros también. No importa lo que haya habido por el camino. No importan los
errores cometidos. Lo importante es seguir y llegar. Y, no lo dudemos, la gracias de Dios está con
nosotros. Como lo estuvo con Pedro.
Fernando Torres Pérez, cmf