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VIGÉSIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
(Año Par. Ciclo A)
Lecturas bíblicas:
Abrimos nuestra Biblia y buscamos:
a.- Ez. 33, 7-9: S no hablas al malvado te pediré cuenta de su sangre.
b.- Rm. 13,8-10: La plenitud de la ley es el amor.
c.- Mt. 18,15-20: Si te hace caso has salvado a tu hermano.
Esquema
1.- Invocación al Espíritu Santo para que sea ÉL quien ore en nosotros:
Ven Espíritu Santo…
2.- Acto Penitencial: Pedimos perdón al Señor, antes de escuchar su
Palabra, de todo lo que nos ha impedido orar durante esta semana.
Perd￳n Se￱or….
3.- Oración colecta: Señor, tú que te has dignado redimirnos y has
querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de padre, y
haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad
verdadera y la herencia eterna. Por nuestro Señor.
4.- Lectio divina:
a.- ¿Qué dice el texto?
c.- “Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él”
(Mt.18,15ss).
Este evangelio, segunda parte del discurso eclesial, (cfr. Mt. 18,1-14) nos
habla de la capacidad que tiene la comunidad para hacer la corrección fraterna
al hermano que lo requiera por que ha cometido una falta (vv.15-18) y el valor
fundamental de la oración comunitaria (vv.19-20). Recordemos que este tema
de la corrección fraterna viene luego de la parábola de la oveja perdida (Mt.
18,12-14). Con esta parábola, Mateo deja en claro que no sólo Jesús sale en
busca de la oveja perdida, sino también toda la comunidad eclesial, está
llamada a preocuparse de los pequeños, es decir, los pobres e indefensos, en
riesgo de perder su fidelidad al Evangelio. La comunidad, los jefes, deben
reconducir a los hermanos que se han equivocado, se han salido del buen
camino. Se busca su reconciliación y reintegración a la comunidad.
Recordemos que Dios no quiere que nadie se pierda, porque aprecia en
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especial a los pequeños (cfr. Mt. 18, 14). Si Dios Padre no quiere que nadie se
pierda, la corrección fraterna y la oración constituyen los medios
fundamentales para conseguir este fin. Esto nos hace pensar en la conciencia
que tiene la comunidad eclesial, de estar formada por santos y pecadores,
trigo y cizaña, hombres y mujeres inclinados al pecado pero en camino de
conversión. Se hace necesario emprender dicho camino. Es una labor de toda
la comunidad la corrección del hermano, hecha con justicia y misericordia. El
método a seguir, tomado de la sinagoga, conjuga la sabiduría y la pedagogía
de hacerlo a solas con justicia y caridad. Se le hace notar su falta al hermano,
porque se busca su bien, si oye, y se convierte, se habrá ganado un hermano,
un hijo para Dios. De lo contrario, queda la prueba de los testigos que ya
exigía la ley (cfr. Dt. 17,6; 19, 17). Si tampoco escucha a éstos, se recurre a la
Iglesia, es decir, a la comunidad, y si persiste en su error, hay que
considerarlo como un gentil o publicano. Lo que permanece como enseñanza
de Jesús, es el celo y la discreción en el ejercicio de la caridad; su amor por los
pecadores permanece, ya que los evangelios nos hablan que se consideraba
amigo de ellos. El argumento sobre la Iglesia y su decisión (v.17), queda
reforzado con el poder dado por Cristo a la Iglesia para decidir sobre estos
asuntos, al no reconocer su pecado el hermano que yerra, donde ÉL se
convierte en garante de lo que ella decida. La Iglesia puede juzgar y
excomulgar o admitir al pecador arrepentido, buscando siempre el bien del
hermano. Son poderes que posee la Iglesia, los apóstoles, en particular Pedro,
como vicario de Cristo (v.18). Estos poderes vienen de la sinagoga que ejercía
la excomunión, es decir, separar a un hermano por haber cometido un pecado
considerado grave si no se arrepiente, por lo que se le consideraba un pagano
(cfr. Jn. 9,22). Al hermano que yerra en la comunidad cristiana se le aparta de
la comunidad, no de Jesucristo; ella se encargará de seguir orando y
procurando su regreso a ella convertido.
- “Os aseguro que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra
para pedir algo sea lo que fuera, lo conseguirán de mi Padre”
(Mt.18,19s).
El pasaje termina con el tema de la eficacia de la oración en común; eficacia
que viene por estar reunidos en su Nombre o por causa de ÉL, nos asegura su
presencia en medio del grupo. Era el pensamiento rabínico común: la oración
hecha en la sinagoga era escuchada por Yahvé (cfr. Job. 36, 5). Esta reunión
en el Nombre de Jesús, será hecha dentro de los márgenes de su voluntad, no
se pedirá nada extraño a ella, lo que fortalecerá la unión mística con ÉL (cfr.
Jn. 15,7-17; 15,5; 14,13.14; 15,16; 16, 23. 24). Esta reunión tiene un sentido
eclesial, es saber que Jesús, Hombre y Dios verdadero, reemplaza el “lugar”,
“la piedra” de la sinagoga, porque asegura su presencia en medio de los que
oran, como Yahvé en medio de los justos que se reunían para hablar de la
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Torá. Sólo Jesús, puede hablar como Dios, precisamente porque es, Dios hecho
hombre para comunicar la salvación a todo el que la pida. Es urgente
preocuparnos los unos de los otros, para que en el reino de Dios, no existan
sitios vacíos a la hora del banquete celestial. Jesús, el Buen Pastor, vino a
traernos la alegría que existe cuando al rebaño no le falta ninguna oveja,
incluso aquella que quiso perderse pero ahora está segura en la comunidad
eclesial. Es el Sacramento de la reconciliación donde la Iglesia prodiga el
perdón divino al pecador arrepentido, para que se sane de su mal, y viva su fe,
en comunión con toda la Iglesia.
b.- ¿Qué me dice? - ¿Qué le digo? - ¿A qué me comprometo?
- Quien peca contra otro hermano la comunidad tendrá que orar por él.
- Me dice, que Jesús nos exige buscar al hermano extraviado, para
reconducirlo a la comunidad.
- La oración es fuente de perdón, porque es estar frente a la verdad de Dios y
la propia verdad.
- El perdón en la comunidad pasa por el Sacramento de la Reconciliación.
- Otros testimonios…
5.- Momento de Agradecimiento y Contemplación:
a.- Salmo 94, 1-9: Ojalá escuchéis hoy su voz; No endurezcáis vuestro
corazón.
- Venid, aclamemos al Señor,/ demos vítores a la Roca que nos salva; /
entremos a su presencia dándole gracias, / aclamándolo con cantos.
- Entrad, postrémonos por tierra,/ bendiciendo al Señor, creador nuestro. /
Porque Él es nuestro Dios, / y nosotros su pueblo,/ el rebaño que El guía.
- ¡Ojalá escuchéis hoy su voz!: / "No endurezcáis el corazón como en Meribá, /
como el día de Masá en el desierto; / cuando vuestros padres me pusieron a
prueba/ y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
b.- Relectura bíblica que hace S. Teresa de Jesús de este pasaje
evangélico: Santa Teresa de Jesús, en tiempos recios como los del Concilio de
Trento, exclama: “Determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir
los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese, y procurar que
estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad
de Dios que nunca falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo;…
y que todas ocupadas en oración por los que son defensores de la Iglesia y
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predicadores y letrados que la defienden, ayudásemos en lo que pudiésemos a
este Señor mío, que tan apretado le traen a los que ha hecho tanto bien, que
parece le querrían tornar ahora a la cruz estos traidores y que no tuviese
adonde reclinar la cabeza.” (CV 1,2).
6.- Adoración y Alabanza: Te alabamos Señor.
- Te adoramos Padre, por tu Hijo que nos reconcilia contigo y entre nosotros.
Te adoramos y alabamos Señor.
- Te adoramos Padre por el perdón que nos regalas en tu Hijo, te adoramos y
alabamos Señor.
- Te adoramos Padre, por darnos la capacidad de dejarnos corregir y de pedir
perdón, te adoramos y alabamos Señor.
- Te adoramos Padre, por escuchar nuestra oración, para perdonar al hermano,
te adoramos y alabamos Señor.
- Otras alabanzas…
7.- Preces: Te lo pedimos Señor.
- Otras preces…
8.- Padre Nuestro
9.- Abrazo de la paz
10.- Bendición final.
“Buscad leyendo y hallaréis meditando; llamad orando y abriros
contemplando” (S. Juan de la Cruz).
Página Web de la Parroquia Virgen del Carmen:
www.carmelitasvina.cl.