Flaqueza humana
No es necesario apelar a la filosofía existencial para entender nuestra fragilidad y
debilidad humanas. Es un hecho. Lo constatamos a cada instante. El modelo primero
como imagen de Dios, se torna borroso, algo no ha funcionado bien. No somos lo que
quisiéramos ser, lo que podríamos ser. Terminamos haciendo el mal cuando nuestra
propuesta es hacer el bien. El modelo de hermano tampoco funciona.
El proyecto de Jesús busca establecer unas relaciones fraternas que tengan en cuenta
nuestra flaqueza. La perfección es una meta, pero en el camino nos damos de bruces con
las limitaciones que acechan nuestra existencia. Por eso, Jesús propone en la comunidad
la escucha fraterna, el respeto a la intimidad, la comprensión con los más débiles, la
tolerancia y establece instancias simples de apelación y solución de conflictos.
¡Enhorabuena!
Nuestra sociedad es soberbia. También inclemente, inmisericordiosa y, hay que decirlo
a voz en cuello, injusta. Por eso se hace muy difícil vivir la fraternidad. Esta palabreja
requiere del apoyo de la solidaridad. Ezequiel plantea la necesidad de un centinela que
vaya indicando al pueblo los peligros, las inminentes amenazas y sea capaz de orientar y
definir a la comunidad en su propósito de convivencia.
Pablo va más allá todavía. La única deuda que podemos contraer en la fraternidad es la
del amor. Todo es canjeable menos el amor. Todo es susceptible de connivencias, pero
el amor, jamás. Es una deuda para toda la vida. Jamás terminamos de cancelarla. La
muerte nos dirá si hemos buscado condonaciones, pretextos, excusas para esquivar este
deber, esta deuda. Sólo con esta factura cancelada podemos abordar la eternidad.
Cochabamba 07.09.14
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com