Comentario al evangelio del martes, 9 de septiembre de 2014
Queridos amigos:
La primera lectura de la Misa de hoy nos pone ante los ojos la realidad del día a día de aquellas
primeras comunidades fundadas por el apóstol Pablo. Nos sorprende que no haya entre ellos ni diálogo
ni comprensión. A los «bandos» de que ha hablado antes se añade ahora la desgracia de los pleitos, con
el agravante de que los asuntos de familia se exponen y someten a la decisión de quienes no son
cristianos.
El Apóstol da un mandato y un consejo. El mandato es resolver los pleitos dentro de la comunidad,
sometiéndolos a árbitros cualificados, capaces de juzgar con sentido y justicia cristiana. “Hay que lavar
los trapos sucios dentro de casa”, como se suele decir.
El consejo parece más difícil aún que el mandato. Pablo pide a los cristianos en conflicto que cedan los
propios derechos por el bien de la paz. Humanamente este consejo ¿quién lo puede seguir? Sólo una
vivencia de fe y confianza en Dios es capaz de llevar al cristiano a renunciar a unos derechos para
conseguir la paz y la armonía en la familia o en la comunidad. Nunca han faltado, gracias a Dios,
cristianos valientes que han renunciado a sus derechos para mantener la paz en la familia o en la
comunidad.
El evangelio de hoy nos presenta a Jesús que va a elegir a doce discípulos, pero antes pasa toda la
noche en oración, comunicándose con el Padre. Con estos doce apóstoles Jesús quiere conformar un
«nuevo pueblo» en el que se van a cumplir las promesas de Dios anunciadas en el Antiguo Testamento.
La elección de estos doce apóstoles la hace Jesús en un momento clave de su ministerio: hasta ahora
Lucas ha hecho varias constataciones de las enseñanzas de Jesús en diferentes lugares de Galilea,
probablemente muchos ya lo siguen, pero ahora va a tener lugar el anuncio de un plan específico,
concreto, para todo el que se arriesgue a seguirle.
Hoy celebra la liturgia a San Pedro Claver que se definía a sí mismo con estas palabras: “yo Pedro
Claver, esclavo de los negros para siempre”.
En el puerto de la actual Cartagena, en Colombia, se vendían y se compraban por miles los esclavos
traídos de África para trabajar en las grandes propiedades de los terratenientes de la época. Durante
cuarenta años se convirtió en apóstol de los esclavos negros. Carecía de la comprensión y el apoyo de
los hombres, pero Dios le dio una fuerza y perseverancia heróica.
Muchos, aun entre los que se sentían molestos con la caridad del padre Claver, sabían que hacia la
obra de Dios siendo un gran profeta del amor evangélico que no tiene fronteras ni color. Se dice que
llegó a catequizar y bautizar a más de 300,000 negros. El santo fue acusado de ser indiscreto con su
interés por los esclavos y de haber “profanado” los Sacramentos al dárselos a criaturas que apenas
tienen alma, como afirmaban algunos.
S. Pedro Claver es un ejemplo para nosotros hoy día, pues sigue existiendo el trato discriminatorio e
inhumano contra nuestros hermanos negros, por ejemplo con los que intentan por todos los medios
entrar en Europa para conseguir un poco más de bienestar: nadie puede contar cuántos han naufragado
y desparecido en el mar , en el intento.
Carlos Latorre
Misionero Claretiano
Carlos Latorre, cmf