Comentario al evangelio del sábado, 4 de octubre de 2014
Francisco de Asís es un gigante dentro de la historia de los que han seguido a Jesús a lo largo de
estos veinte siglos. Ha marcado un antes y un después. No hay más que ver no el número de sus
devotos sino el número inmenso de los que se han sentido llamados a seguir a Jesús siguiendo las
huellas de Francisco. Me atrevería a decir que son cientos las congregaciones masculinas y femeninas
que se inspiran en él a la hora de definir su estilo de vida evangélico. Además son incontables los
laicos, unidos en asociaciones o por libre, que tienen en las Florecillas una inspiración permanente.
Cuando miran a Jesús, lo hacen a través del filtro de Francisco. Y no es un mal filtro.
Francisco nos habla a todos de sencillez, de cercanía, de fraternidad. Cuando hizo que sus frailes se
vistiesen con un sayal entre pardo y marrón, no estaba eligiendo un hábito sino haciendo que se
vistiesen como la gente más pobre de aquel tiempo. Nada más y nada menos. Eso ya es una forma de
decir cómo se quiere caminar por la vida. Cuando el Papa le dice que tiene que escribir unas
constituciones para su orden religiosa, responde que no lo entiende, que con el Evangelio ya es más
que suficiente. Da para pensar. Francisco quiso sacar a sus frailes de los monasterios al uso en su
época. Los llevó a las ciudades, allí donde vivía la gente. Lo suyo no era situarse y esperar a que se
acercaran a él sino moverse él y situarse cerca de la gente. Para llevar la Palabra de Jesús a todos. Otro
puntazo a favor de Francisco. Y podríamos seguir con más detalles pero no es necesario.
Francisco abrió su corazón a la Palabra y se dejó llevar. Curiosamente eso no le sacó de este mundo
sino que le acercó mucho más a sus hermanos. Me vienen a la mente las palabras de nuestro Papa
actual, que curiosamente escogió llamarse Francisco y algo nos quiere decir con ello, cuando dice que
quiere pastores que huelan a oveja. Pasa que lo hemos entendido como referido a los obispos. Pero no
es sólo para ellos, que también. Es para todos nosotros. Todos estamos llamados a evangelizar, a
anunciar a Jesús. Y eso no se puede hacer si no nos situamos cerca de los destinatarios, si no hablamos
su lenguaje, si no entramos en sintonía con sus gozos y alegrías, con sus dolores y esperanzas. Todo
eso nos lo recuerda Francisco en este día.
Fernando Torres Pérez, cmf