XXIV Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Lunes
Lecturas bíblicas
a.- 1 Cor. 11, 17-26: La Cena del Señor, fuente de unidad.
b.- Lc. 7, 1-10: No he encontrado en todo Israel una fe tan grande.
Este evangelio nos narra la curación de un criado de un centurión romano. Le envió
unos mensajeros a suplicarle viniese a sanar a su criado, pero cerca ya de casa, él
mismo vino donde estaba Jesús (v.3). El centurión ve que Jesús está en relación
con Dios, él se siente indigno de encontrarse en su presencia. Luego le argumenta
como militar, que él tiene soldados a sus órdenes que hacen lo que les manda
(vv.6-8). Jesús quedó admirado y exclamó: “Al oír esto Jesús, quedó admirado de
él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: «Os digo que ni en Israel he
encontrado una fe tan grande.» Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al
siervo sano.” (vv. 9-10). Fue la fe la que logró que Jesús y el centurión se
entendieran; los dos se admiran, uno ve en el otro a un maestro y un hombre
poderoso en milagros, el Otro admira la fe del centurión. Se reconocen porque
ambos son nobles de espíritu y al servicio del próximo, recordemos que el centurión
había construido a los judíos una sinagoga, es decir, era un simpatizante de los
judíos (v. 4-5). En este hombre hay que admirar la fe, la confianza y la humildad;
su intuición de fe hace ver en el joven rabino de Nazaret un hombre de Dios. Un
profeta cuya palabra es eficaz como la del mismo Dios; y esto le basta. Sabe que
no pertenece a Israel, es extranjero, lo que suponía impureza legal el entrar un
judío en su casa, de ahí que no se crea digno de acoger a Jesús en su hogar. Jesús
alabó la fe un extranjero, la que no encontró en Israel. Mientras los ancianos creen
necesaria la presencia de Jesús para sanar al enfermo, el centurión considera la
sola eficacia de la palabra de Jesús. Su palabra, como entre los militares, causa lo
que expresa. Su poder salvador se expande y basta para expulsar demonios, sanar
enfermos; es la revelación de Dios en Cristo Jesús. Jesús ya no está frente a
nuestra mirada, pero su Espíritu en su Iglesia la expande por el mundo, y es causa
de nuestra salvación (cfr. Hch. 26,18; 10,36; 1,8). Las palabras de Jesús denotan,
que si bien Israel estaba preparada para recibir al Mesías, cuando vino, no encontró
fe; en cambio, la encuentra en un pagano que consigue la sanación de un enfermo.
Bienaventurado el centurión, que abierto su espíritu a la gracia, su corazón recibe
la palabra de Jesús. Actitud que es posible a judíos y gentiles. La palabra acogida
con fe, hace posible que todos se acerquen a las fuentes de la salvación. El criado,
fue rescatado de la muerte, por el poder del Señor Jesús. Las palabras del
centurión las rezamos precisamente antes de recibir a Jesús en la Eucaristía que
nos comunica vida nueva, salvación.
Santa Teresa nos invita a tener fe y vivirla con profundidad. “¿Pensáis que no es
mantenimiento aun para estos cuerpos este santísimo manjar, y gran medicina aun
para los males corporales? Yo sé que lo es, y conozco una persona de grandes
enfermedades que, estando muchas veces con graves dolores, como con la mano
se le quitaban y quedaba buena del todo (8). Esto muy ordinario, y de males muy
conocidos que no se podían fingir, a mi parecer. Y porque de las maravillas que
hace este santísimo Pan en los que dignamente le reciben son muy notorias, no
digo muchas que pudiera decir de esta persona que he dicho, que lo podía yo saber
y sé que no es mentira. Mas ésta habíala el Señor dado tan viva fe, que cuando oía
a algunas personas decir que quisieran ser (9) en el tiempo que andaba Cristo
nuestro bien en el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que, teniéndole tan
verdaderamente en el Santísimo Sacramento como entonces, que ¿qué más se les
daba?” (Camino 34,6).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD