NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN DE LOS DOLORES
(15 de Septiembre)
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 5,7-9: Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de
salvación eterna.
En la primera lectura, encontramos la figura de Jesucristo, Sumo y Eterno
Sacerdote, ejerciendo su ministerio sacerdotal en la liturgia del Cielo. Una vez
que el autor sagrado, ha establecido las condiciones de todo pontífice (cfr.
Heb. 5,1-6), destacando entre otras (vv. 7-10), la participación de Cristo en
los sufrimientos humanos, y las súplicas que en su vida elevó al Padre a favor
de los hombres, fue escuchado, obedeciendo se convirtió en causa de
salvación eterna para los que le obedecen (v.9). El autor sagrado destaca la
condición humana del sacerdote. Si representa a los hombres ante Dios, debe
ser uno de ellos, para compadecerse de sus miserias, porque antes las
compartió (Hb. 2,17-18; 4,15). Esa condición humana, su carne, queda bien
demostrada en su vida terrena, por su debilidad, sobre todo en su pasión y
muerte (cfr. Rm.7,5). Como sacerdote, el Inocente, no podía ofrecer
sacrificios por sí mismo, por sus propios pecados, como los otros sacerdotes
(cfr. Heb. 5, 3); pero sí podía ofrecer oraciones y su pasión, que padece con
espíritu de obediencia al Padre (v.7). Porque esa obediencia, le costó como
hombre, experiencia que le lleva finalmente a subir a la Cruz, y le convierte en
el perfecto Mediador, para obrar a favor nuestro, hasta convertirse en autor
de salvación, por ello, es proclamado como Sumo Sacerdote según el orden de
Melquisedec (vv. 8-10; cfr. Heb. 2,10). La diferencia entre el sacerdocio de
Aarón y el de Cristo, reside en que el primero sólo es solidario con el pueblo
en su pecado, aunque esté separado de la comunidad, mientras que Jesucristo
es solidario con su pueblo desde su condición de laico, pero sin pecado: es el
Inocente por excelencia (cfr. Hb.4,15). Cuando el autor sagrado, habla de
súplicas y oraciones que Cristo elevó al Padre a favor de los hombres, se
refiere a su oración en el huerto de Getsemaní (cfr. Mt. 26, 37-44; Mc. 14,
33-39; Lc. 22, 41-44). Efectivamente los evangelios, hablan de sudor y
sangre, no de lágrimas, pero tampoco las excluyen. Las oraciones, iban
dirigidas a quien podía salvarle de la muerte, el Padre, para que lo librara de
la pasión (cfr. Mt. 26, 39); esa oración fue escuchada, pero no le libro de ese
tipo de muerte. ¿Cómo se entiende lo de “escuchado”? (v.7) No le libró de la
pasión, pero sí del temor a ella, por ello, era confortado por el ángel (cfr. Lc.
22,43). La oración de Jesús, en su totalidad, a pesar del temor, era de plena
conformidad con la voluntad del Padre. ¿En qué consistía esa voluntad? En la
salvación del mundo, por medio de su pasión, muerte y resurrección; no le
libró de la muerte física, pero sí lo arrancó de su poder (cfr. Hch. 2, 24.27),
transformando esa muerte en exaltación de gloria y fuente de vida eterna
para la humanidad (cfr. Hb. 2, 9-10; 5,9; Jn.12, 27; 13,31; 17,5; Flp. 2,9-
11). Entendido así, Cristo entonces sí fue escuchado en razón de su piedad,
respeto y devoción al querer del Padre. Este mismo sentido se deben entender
las expresiones, “aprendió obedeciendo a padecer” (v.8) y fue “perfeccionado”
(v. 9). Es la obediencia, hasta el final, por la cual, Dios lo exaltó a la gloria de
la Resurrección y Ascensión a la derecha del Padre en los Cielos (cfr. Flp. 2,8-
9), por haber sido perfectamente habilitado para ejercer soberanía sobre los
redimidos para quienes es causa de salvación eterna.
b.- Jn.19, 25-27: Mujer ahí tienes a tu hijo.
El evangelio, nos presenta esta escena, que es propia de Juan Apóstol.
Destaca el evangelista, el hecho de “estar junto a la cruz” el grupo de
mujeres: María, la Madre Dolorosa, María, la Magdalena y otras, que lo
acompañaron durante su vida, ahora lo ven morir en la cruz (cfr. Mt. 27,56;
Mc. 15,40). La soldadesca, custodia los cuerpos y el lugar, para evitar
revueltas, como eso podía durar su tiempo, estaban sentados (cfr. Mt. 27,
36); mientras “mirando de lejos” estaba este grupo de mujeres (cfr. Mc
15,40). Pasado el tiempo y previendo que se avecinaba la hora del deceso, el
centurión les habría permitido acercarse a la cruz, a los condenados (cfr. Mc.
15, 44-45). Minutos antes de expirar, Jesús, y ver ahí a su Madre y al
discípulo amado, dijo a su Madre: “Mujer ahí tienes a tu hijo”. Luego dijo al
discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde Aquila hora el discípulo la recibió en
su casa” (vv. 26-27). El Crucificado ha entregado todo por la salvación del
mundo, y antes de entregar lo único que le quedaba, la vida, dona también a
su Madre. La convierte en Madre espiritual de todos los hombres, todos los
cristianos quedan en las manos de María Santísima Dolorosa, y en la persona
de Juan, Jesús proclama la afiliación espiritual de todos los hombres respecto
de María, su Madre. Estas palabras de Cristo, su sentido mariológico, se
encuadran en un contexto de pasión, muerte y resurrección, cargado de
tipologías mesiánicas, eclesiales y sacramentales; simbolismos y
cumplimientos de antiguas profecías. Cristo muere como Rey y Cordero
pascual (cfr. Jun. 19,2-6; 19,14); su túnica de una sola pieza (cfr. Jn. 19, 23.
24; 21, 11; Lc. 5, 1-11; 1 Re 11,12ss), la efusión de su Espíritu antes de
expirar (cfr. Jn.19,30), la profecía de Caifás sobre la redención de todos (cfr.
Jn. 11, 49-52); la sangre y el agua, origen del bautismo y la eucaristía (cfr.
Jn. 19, 34). Hay una característica en este evangelista que esta empapado de
la idea la revelación en cuanto al mensaje como en la narración de la escena,
y que puede llegar una persona particular, como al grupo (cfr. Jn. 1, 42.47;
2,2; 4, 9; 9,40-41). Ni al discípulo Juan, ni a María, su Madre, Jesús llama por
su nombre, sino por Discípulo y Mujer. ¿Qué sentido tiene que la llame así?
Tenemos como trasfondo pasajes del AT, concretamente del Génesis (cfr. Gn.
3,1-5. 20) en que la Mujer representa a la Hija de Sión. Relacionados con
María, será la Nueva Eva, como Cristo es el nuevo Adán, a decir de Pablo (cfr.
Gn. 4,1; Rom. 5,14;1 Cor. 15, 45-49), enemistada su descendencia con la de
la serpiente (cfr. Gn. 3,5), victoriosa en su Hijo, porque es denominada Madre
espiritual de todos los nuevos vivientes (Gn. 3,20). Ella es la Hija de Sión,
Madre que da a luz un pueblo nuevo (cfr. Is. 66,7-8; Miq. 4,9-10). Los
términos Mujer Sión y Mujer Eva, dan como resultado en Juan que: María, es
la Madre espiritual del Génesis, que con dolor corredentor al pie de la Cruz, da
a luz al pueblo nuevo de los redimidos, que acoge este don del Padre y del
Hijo, como Hija de Sión. Cuando el Hijo, pronunció estas palabras desde lo
alto de la Cruz, la fe de María había alcanzado su madurez, por lo tanto,
comprendió perfectamente lo que en ellas se proclamaba, pero será con la luz
de la Resurrección y Pentecostés en que alcanzan su plenitud, su significado,
porque nace la Iglesia con la fuerza del Espíritu Santo. Juan acogió a María en
su hogar, Madre viuda, pero también, se entiende que Cristo le confió toda la
Iglesia, todos los redimidos, por eso es acogida en la comunidad eclesial, en el
hogar del apóstol Juan. Madre dolorosa, ruega por todas las madres cristianas
que sufren por sus hijos, que mueren en forma violenta, se alejaron de Dios,
están enfermos, etc., y por todos nosotros. Amén
P.JULIO GONZALEZ C.