“AMAR ES SALIR”
Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el XXV domingo durante el año
( 21 de setiembre de 2014)
No fue fácil para la Iglesia naciente comprender la apertura, la actitud misionera y la recepción
de los nuevos cristianos venidos del mundo pagano. En los “Hechos de los Ap￳stoles”, se
reflejan los debates y dificultades en torno a este tema. El Apóstol Pedro reflexiona en el
contexto de la Asamblea o Concilio de Jerusalén: “Hermanos, ustedes saben que Dios, desde
los primeros días, me eligió entre ustedes para anunciar a los paganos la Palabra del Evangelio,
a fin de que ellos abracen la fe” (Hech.15, 7).
El Evangelio de este domingo (Mt. 19,30 - 20,16), tenemos que leerlo en este contexto. La
parábola subraya que los últimos en ser llamados a la fe tienen los mismos derechos y están
llamados a trabajar en la viña recibiendo el mismo pago que los que llegaron primero.
Los que recién conocen la fe tiene los mismos derechos y están llamados a participar en un pie
de igualdad con los de siempre. En el texto bíblico, el Se￱or llega a decir: “Así los últimos
serán los primeros y los primeros serán los últimos” (Mt. 20,16). Solo desde la fe podemos
comprender la exigencia de este mensaje: la apertura a los hermanos que llegan, “la acogida
cordial”, la dimensi￳n misionera se￱alada en Aparecida y en nuestro Primer Sínodo Diocesano,
el no buscar los primeros lugares, el no sentirnos superiores a los demás, ni con derechos
adquiridos por más que creamos tener méritos para ello.
Los cristianos de hoy como los de la Iglesia naciente necesitamos abrirnos al Espíritu, que
quiere renovarnos e impulsarnos a ser Iglesia misionera. El Papa Pablo VI en “Evageli
Nuntiandi” nos dice que: “La raz￳n de ser de la Iglesia es evangelizar”.
Quiero profundizar en una palabra que considero necesariamente ligada a esta cualidad de
misionar: “Salir”. Cuando tenemos que mudarnos a otro lado o dejar aquello que estamos
haciendo, o bien nos tenemos que ir a estudiar o a trabajar a otra cuidad u otro país, en general
sufrimos porque los cambios cuestan. Lo mismo nos ocurre cuando tenemos que dejar una
acción pastoral o un criterio por otro más adecuado.
Esta palabra “salir” es muy expresiva, porque amar es encaminarnos hacia el otro, caminar
desde el egoísmo hacia el amor. Salir implica desacomodarnos y experimentamos eso en las
pequeñas y grandes cosas. Por ejemplo, cuando tenemos que salir para ir a una reunión de
catequesis familiar, a un encuentro en la escuela o participar en “las reuniones vecinales”. Salir
es dejar las noventa y nueve ovejas y buscar la perdida, como lo hizo el Buen Pastor.
Una Parroquia, un movimiento o una Diócesis, que quiera salir, ser misionera, seguramente
experimentará también las dificultades del desacomodamiento. Quizás hasta una cierta crisis,
que implicará revisar las estructuras renunciando a aquellas que son obsoletas e inadecuadas,
buscando otras que sean realmente funcionales para su misión.
“Salir” implicará una exigencia, para comprender que tendremos que “ir hacia” la
evangelización de la cultura y hacia la profundización de la vocación especifica del laicado en
la transformación de las realidades temporales: en la escuela, en la comunicación social, en el
concejo deliberante, en el mundo institucional o rural. Debemos tener presente que cuando
resaltamos nuestros derechos y esfuerzos ante Dios, dejamos de entender un principio esencial
de la visión cristiana de la vida: “la primacía de la gracia” (N.M.I. 38), y el reconocer que todo
lo que tenemos y somos es don de Dios. Olvido éste que aconteció con algunos jornaleros, que
como nos relata la parábola de este domingo, protestaron contra el propietario generoso: “Estos
últimos trabajaron nada más que una hora, y tu les das lo mismo que a nosotros, que hemos
soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada” (Mt. 20,12).
Sabiendo que el Señor nos pide que nosotros, en nuestras comunidades, tengamos una actitud
abierta, misionera y recibamos “con acogida cordial” a los hermanos que llegan.
Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo.
Mons. Juan R. Martínez, obispo de Posadas