DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO (A)
Homilía del P. Sergi d’Assís Gelpí, monje de Montserrat
28 de septiembre de 2014
Mt 21, 28-32.
"Ἀμὴν λέγω ὑμῖν": son las palabras que aparecen a menudo en boca de Jesús cuando
quiere decir algo importante, o por lo menos original de su pensamiento. Se pueden
traducir por "Verdaderamente", "os aseguro", "en verdad os digo”... En el Evangelio de
hoy, aparece una frase que comienza justamente con estas palabras. Y por lo tanto,
vale la pena que nos detengamos y tratamos de entender qué mensaje quiere
transmitir Jesús.
Jesús dice: "Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en
el camino del reino de Dios". Es una frase muy dura (y ¡provocadora!), porque Jesús la
dice a la gente importante de su tiempo.
¿Por qué es una frase tan dura? Pues porque justamente elige dos de los colectivos
más desprestigiados de aquel momento. Los publicanos eran los encargados de
recaudar los impuestos a los de su mismo pueblo para dárselos a los romanos. Y a
menudo se aprovechaban de este oficio para enriquecerse a costa de sus
conciudadanos. Eran odiados por la gente de su pueblo, porque los robaban y además
colaboraban con los invasores romanos. Unos traidores, vaya.
Y en cuanto a las prostitutas, era un colectivo también muy mal considerado. Por su
vida irregular. Además algunos historiadores hacen notar que en el tiempo de Jesús se
podía añadir que sus principales clientes eran, seguramente, los soldados romanos. Y
que, por tanto, al desprestigio moral, se añadía una cierta proximidad con un colectivo
opresor, como era el ejército romano.
Dicho esto, intentemos imaginar cómo debían resonar estas palabras a los oyentes de
Jesús. Podéis pensar en dos colectivos que actualmente generen rechazo cuando oís
hablar de ellos (en la televisión, por ejemplo). Pensad en dos grupos de gente que, por
la razón que sea, os provoquen malestar cuando oís hablar de ellos: porque tienen
una conducta muy injusta, o muy irregular. Me ahorro ejemplos, porque me parece que
la actualidad ya da suficientes. Y ahora imaginad que Jesús os dice que estos
probablemente os pasarán por delante en el camino hacia el Reino de Dios.
Totalmente desconcertante! ¿Qué pretende Jesús? ¿Qué quiere provocar?
Evidentemente no nos está diciendo que, si nos comportamos como estos colectivos,
seremos mejores. Ni mucho menos. Yo creo que nos quiere despertar de ideas
preconcebidas, los prejuicios que nos hacen pensar que nosotros somos mejores o
que estamos en otro nivel simplemente porque no pertenecemos al colectivo que sea.
¿No podría ser que tengamos demasiada facilidad en dividir el mundo entre buenos y
malos? ¡Como si fuera tan sencillo! (y evidentemente, ¡nosotros junto a los buenos!).
Cuando escribo esto, pienso en el mundo de las prisiones. Hace unos años fui
voluntario de prisiones, y eso te plantea muchas preguntas. Otros hermanos de
comunidad han vivido esta relación, y es un mundo que cuando lo hemos conocido por
dentro impresiona. Desde fuera, ni se quiere oír hablar, se le tiene miedo, nadie quiere
cárceles cerca de casa. Pero cuando lo ves por dentro, te das cuenta que allí dentro lo
que hay son personas (que no han acertado, de acuerdo !pero personas!). Y a
menudo con mucho sufrimiento.
Y me impresiona especialmente el módulo de psiquiatría, donde hay personas con
problemas mentales. Gente que han cometido delitos, pero que mentalmente no están
bien. ¿Cómo podemos pensar que somos mejores que ellos, que están enfermos?
Esto lo podríamos aplicar a muchas otras cosas: ¿somos mejores los que vamos a
Misa que los que no van? ¿Mejores los cristianos que los musulmanes? O ¿mejores
que los que no se sienten creyentes? ¿Somos mejores los catalanes que la gente de
otros pueblos? ¿Somos mejores los del Barça? Y ¡ya no digamos los religiosos!
¿Somos mejores los monjes que la otra gente? ¡Y además de Montserrat!
Ante Dios, todo esto no da medallas. Lo importante es el corazón. Y me atrevería a
decir que sólo Él conoce de verdad lo que hay en el corazón de cada uno. Nosotros no
podemos juzgar. Ni podemos asegurar qué evolución hará el corazón de cada persona
durante su vida.
Jesús, ayúdanos a tener un corazón limpio. A no mirar a los demás por encima del
hombro. Enséñanos a no etiquetar a nadie, movidos por prejuicios. Haznos humildes,
y cercanos con los que más sufren. Y si alguna vez vemos a alguien que no va por un
buen camino, danos la sabiduría para saberlo ayudar. Sabiendo que Tú nos amas a
todos sin excepción, y que tienes una predilección por los que sufren más.
Que así sea.