COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires – ciclo 2014)
Domingo 12 de octubre de 2014 – Vigésimo octavo del tiempo ordinario.
Evangelio según San Mateo 22, 1-14 (ciclo A)
Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo,
diciendo: El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su
hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se
negaron a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los
invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis
mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'. Pero ellos no tuvieron
en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los
demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. Al
enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos
homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: 'El banquete
nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces
de los caminos e inviten a todos los que encuentren'. Los servidores salieron a los
caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial
se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a
un hombre que no tenía el traje de fiesta. 'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí
sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los
guardias: 'Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá
llanto y rechinar de dientes'. Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.
¡SIN EXCUSAS!
En la parábola de la boda del hijo, Dios invita a todos porque es una fiesta; nos
invita a través de la vida que se nos dio, nos invita a través de la Iglesia -que es el
regalo que Cristo consiguió en la cruz-, nos invita a participar en esta comunidad
grande, católica, universal, cristiana. Dios nos invita pero también exige de nuestra
parte una respuesta, una colaboración, una presentación, una devolución.
Resulta que frente a la fiesta, que estaba preparada, los invitados -con excusas
razonables- no respondieron ni participaron. Uno se fue al campo, otro al negocio y
otros maltrataron a los servidores. Las miles de excusas razonables no constituyen
una verdad. La verdad es que fuimos invitados y no respondimos.
Las excusas del tipo “ᄀah, yo no sabía!, ᄀyo no podía!, ᄀah, mi carácter!, ᄀah, los
demás me hicieron esto o me enseñaron lo otro!, ᄀah, no me di cuenta!” son para
demorar la respuesta responsable y personal. Por eso el dueño de la boda invita a
otros y salen a los caminos a buscar gente.
Ahora es importante saber dónde tiene que estar la Iglesia, ¿reducida en las
capillas, en las parroquias? NO. La Iglesia tiene que estar donde están los hombres,
la gente. Como dice el Papa Francisco: salir a buscar en las periferias, salir a todos.
La Iglesia no tiene límites ni fronteras; invita a todos y hay mucha gente que está
esperando ser llamada nuevamente.
En esto tenemos que trabajar todos, como Pueblo de Dios, como Iglesia, como
Comunidad misionera, creyente, orante, para anunciar este mensaje a los demás.
No pretender, como excusa, que lo hagan los sacerdotes, las religiosas, pero los
laicos no. Todos, como Pueblo de Dios, tenemos una vocación y una misión que
cumplir.
Finalmente, entre los invitados, dice el autor, uno “no tenía el traje de fiesta”. Ese
“traje” no es la ropa externa sino las virtudes, la adhesión, la participación, el deseo
de estar a la altura del acontecimiento. La adhesión tiene que ser personal, con la
inteligencia, con la voluntad y con el corazón, con las tres cosas; que no haya
división en la vida de uno, porque si hay división no hay paz; si hay unidad de
criterio y de vida -con inteligencia, voluntad y corazón, ahí tendremos paz. Esta es
la respuesta: ¡si no tiene este traje de fiesta, que se vaya!
Resulta que a veces pretendemos participar y estar por medio de una foto:
“ᄀpadre, yo fui monaguillo!, ¡yo estuve con el Papa y me saqué una foto con él!, ¡yo
lo conocía!”, sí está todo muy bien pero ﾿y tu compromiso?, ﾿qué hiciste de tu vida
todo este tiempo?, ¿cómo te comprometés, cómo te involucrás, cómo te
responsabilizás? Los conocimientos no son del estilo “ya fue”; el conocimiento crea
responsabilidad y también misión.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén