COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires – ciclo 2014)
Domingo 19 de octubre de 2014 – Vigésimo noveno del tiempo ordinario.
Evangelio según San Mateo 22, 15-21 (ciclo A )
Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus
afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle:
"Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de
Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la
categoría de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al
César o no?". Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: "Hipócritas, ¿por qué me
tienden una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto". Ellos le
presentaron un denario. Y él les preguntó: "¿De quién es esta figura y esta
inscripción?". Le respondieron: "Del César". Jesús les dijo: "Den al César lo que es
del César, y a Dios, lo que es de Dios".
LA ESPERANZA ES UNA SOLA
¡Qué sintético y claro es Jesús! Es el hombre de los dos reinos, el del cielo y el de la
tierra, en Él no hay dicotomías, tampoco hay fusión, no es una sola cosa. No puedo
decir “porque sigo a Dios no me ocupo de lo ciudadano o de las cosas de la
sociedad”, tampoco decir “sólo me ocupo de lo ciudadano, lo cívico, y no me ocupo
de Dios”.
Esto quiere decir que no hay dos realidades, sino hay una sola y que hay una
jerarquía, un orden establecido. No existen dos esperanza, por así decirlo, una
terrena y la otra celestial. La esperanza es una sola pero mira la realidad de cada
cosa. A través del compromiso cristiano uno anticipa la realidad terrestre.
Para llegar al cielo tengo que vivir bien en la tierra. Por eso no hay dicotomía, ni
esquizofrenia, ni separación, pero sí hay un orden y una subordinación de
jerarquías. Primero Dios y después la sociedad, la nación, las personas. Nunca Dios
va a ser excusa para que uno vaya en contra de la sociedad o en contra del
hombre. Todo lo contrario: la cercanía de Dios es la garantía de que uno respete a
los hombres. La cercanía y el reconocimiento de Dios nos hacen vivir más
plenamente. Podemos decirlo de esta manera: somos hijos de Dios pero hermanos
entre nosotros, por lo tanto, para ser un buen hijo hay que ser un buen hermano.
Que demos al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios pero hagámoslo
con una jerarquía de valores, donde cada cosa tenga su lugar, sea bien estimada y
ponderada. Pero tengamos en cuenta que en este tiempo, a la gente no le gusta la
idea de la participación, ni de la filiación, ni de la paternidad, ni de la fraternidad.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén