XXX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
AMAR… PERO COMO DIOS MANDA
Padre Javier Leoz
El domingo pasado, en triple acorde, celebrábamos tres acontecimientos: el Día
del Señor, la Beatificación del Papa Pablo VI y el Día de ayuda y recuerdo por
nuestros Misioneros (Domund). Las tres notas (Domingo, Papa VI y Domund)
tienen un común denominador: sólo desde el amor a Dios es posible celebrar el
domingo, la fortaleza de un Papa postconciliar y el tesón de nuestros misioneros.
1. Que el ser humano anda mendigando amor, no es cosa nueva. Poseemos
muchas cosas pero, en diversas ocasiones, echamos en falta una mano amiga,
un corazón en comunión con el nuestro, unos ojos que nos regalen una mirada,
uno oídos abiertos a nuestros problemas. ¿Qué ocurre? ¿Por qué el hombre va
deambulando de puerta en puerta, en busca de la felicidad, y no encuentra un
poco de sosiego y de paz para sí mismo? La respuesta es Dios. El amor, gratuito
y limpio, ha sido dejado de lado. Confundimos amor sin límites, con amistad
fraguada de intereses; amor gratuito con placer al instante; amor que busca la
felicidad del otro, con egoísmo personal. ¿Dónde encontrar el equilibrio?
Las lecturas de hoy nos dan algunas pistas:
-Abandonar los ídolos que nos hacen postrarnos ante ellos y que son causa de
nuestra confusi￳n y de nuestro relativismo. El ídolo del “todo vale” que nos hace
pensar que, cualquier fin, justifica los medios para alcanzar un estado de
felicidad.
-Servir a Dios añorando la vuelta de Jesús y, por lo tanto, siendo prolongación
de las palabras, hechos y actitudes de Jesús: amar como él amó (sin distinción
ni fronteras) y buscando siempre la armonía entre el amor a Dios y el amor al
prójimo. ¡Cuánto duele el escuchar a gente que se las da de cristiano que, para
amar a Dios, es suficiente con amar a las personas! ¿Pero ya las amamos como
Dios manda, como el evangelio exige… o a nuestro modo y capricho? ¿Es un
amor a la carta el que ofrecemos o un amor cristiano y sacrificado el que
brindamos?
2. Hoy es el Señor quien nos pregunta ¿Qué mandamiento es el principal de la
Ley? Y nosotros, y también muchos de los que no están aquí, seguimos
respondiendo lo mismo: “para mí…el mandamiento principal es…..” Y, el Se￱or,
no nos pregunta eso. En absoluto la interesa “cual es para nosotros” sino cual es
el mandamiento principal para agradar a Dios y no alejarnos de Él. ¿Qué
respondemos? ¿Que lo esencial es hacer el bien y nada más? ¿Que con rezar y
acordarnos de Él es suficiente? ¿Que con estar bautizados o invertir media hora
en una celebración ya le damos gloria? ¿Desde cuándo, el amor a Dios o al
prójimo, lo damos con cuentagotas? ¿Acaso, Dios, que se rebajó tanto por
nosotros no merece mucho más que eso? ¿Acaso los prójimos que nos rodean,
que son como nosotros imagen y semejanza de Dios, no valen nuestro cariño
por eso precisamente?
3.- No nos podemos instalar, como cristianos, en el puro altruismo (para eso no
hace falta estar bautizado). El descubrimiento del amor de Dios nos lleva
necesariamente a descubrirnos y multiplicarnos en detalles hacia los demás. Es
bueno recordar que la diferencia entre el amor humano y divino es que, el
primero, cuando surgen dificultades o falta de respuestas, pronto se cansa o se
agota. El segundo, el divino, es diferente: siempre se abre, no conoce límite ni
intereses, no se brinda respondiendo a colores ideológicos. El amor celeste,
porque viene de Dios, es motor y fuerza del amor cristiano.
4.- Si Dios nos quiere, tal y cómo somos, ¿por qué no vamos a querer nosotros
a los demás tal y cual son? No busquemos a quién amar. Simplemente amemos
aquello que esté junto a nosotros. Para ello tendremos que abandonar, como
dice San Pablo, viejos ídolos, prejuicios, imágenes y un sinfín de condicionantes
que nos impiden querer….como Dios nos espera de nuestro coraz￳n cristiano.
5.- ¿CUÁL ES MI PRINCIPAL MANDAMIENT0, JESÚS?
¿Amar, aun a riesgo de perder
o ser amado, buscando mi egoísmo personal?
¿Amar, respetando y queriendo lo del otro
o, por el contrario, buscar un amor a la carta
con contraprestaciones y con diversos colores de placer?
¿CUÁL ES MI PRINCIPAL MANDAMIENTO, JESÚS?
Tengo, tanto miedo, de que no sea el tuyo
De no amar a Dios como Tú lo amas
De no servirle como Tú lo haces
De no buscarle por los caminos
por lo que Tú me invitas a seguirte
Digo amar a Dios….y me amo a mi mismo
Digo entregarme a Dios…y me busco a mí mismo
Digo so￱ar con Dios….y pienso en mi propio paraíso
¿CUÁL ES MI PRINCIPAL MANDAMIENTO, JESÚS?
Ayúdame, Señor, a descubrirlo
A que, el único y trascendente, sea brindar a Dios
mi existencia y mi adoración, mis ilusiones y mis esperanzas,
mi compromiso y mis anhelos de fraternidad
Ayúdame, Señor, a que tus mandamientos sean los míos:
Que no sean sólo ley, sino convencimiento
Que no sean letra impresa, sino corazón abierto
Que te amen no por obligación y sí por necesidad de Ti
Y ahora, Señor, respóndeme lo que de antemano ya sé:
El amor a Dios empuja a darse con el hermano
y, en el hermano, es donde puedo también alcanzar
el amor divino que sale a mi encuentro.
¡Gracias, Señor!