Reino humanizado
Para Dios su reino es el ser humano: Hombre y mujer. En Ellos volcó toda su sabiduría,
su ingenio, su creatividad, su amor. Dios también juega con la imagen. Cuando nos
crea, se mira al espejo y comienza el esbozo, diseño de lo que podríamos ser. Nos hace
en perfección. Sin embargo, este modelo fracasa. Algo hay en nosotros que no funciona,
que no sigue las leyes del arte del Dios pensante y amante.
Y Dios regresa a buscar su proyecto primigenio. Nos habíamos perdido. Ezequiel lo
insinúa con un bosquejo tomado de la naturaleza. Va tras los rastros de la oveja en
perdición. Dios se enamora de lo perdido. Mejor, no quisiese que se perdiese nada. Por
eso, camina tras las huellas de su rostro y de su luz delineadas en cada ser humano para
retomar la imagen primera y volcar en ella todo su amor.
Pablo es más atrevido aún. El modelo ideado tiene un nuevo paradigma: El Cristo
nuevo, el resucitado, es decir, la nueva creación, nueva tierra y nuevos cielos. También
nuevos protagonistas que seríamos nosotros. Y la luz que se había ido desvaneciendo en
sombras de muerte, anuncia la gozosa noticia del Dios viviente que se incoa en todo ser,
en toda la creación.
Jesús vuelve tras los rostros desfigurados que fue dejando la tiranía de la injusticia. Y
restaura de nuevo la imagen en su reino ahora humanizado: Hombres y mujeres que
aman y se aman. Un amor que se traduce en solidaridad como fruto de un ajuste de
cuentas entre el egoísmo y el servicio a los últimos de la historia. Y ellos, los últimos,
serán constituidos jueces de la única dimensión aceptada en el juicio: El amor.
Cochabamba 23.11.14
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com