Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 31, Viernes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Cristo transformará nuestro cuerpo miserable en un
cuerpo glorioso como el suyo * Vamos alegres a la casa del Señor. * Los que
pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen
a la luz
Textos para este día:
Filipenses 3, 17-21; 4, 1:
Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que
tenéis en nosotros.
Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos,
hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la
perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas
terrenas.
Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un
Salvador: el Señor Jesucristo.
Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso,
con esa energía que posee para sometérselo todo.
Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mí corona, manteneos
así, en el Señor, queridos.
Salmo 121:
¡Qué alegría cuando me dijeron: / "Vamos a la casa del Señor"! / Ya están pisando
nuestros pies / tus umbrales, Jerusalén. R.
Allá suben las tribus, / las tribus del Señor, / según la costumbre de Israel, / a
celebrar el nombre del Señor; / en ella están los tribunales de justicia, / en el
palacio de David. R.
Lucas 16, 1-8:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba
sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
"¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque
quedas despedido."
El administrador se puso a echar sus cálculos:
"¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo
fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me
echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa."
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
"¿Cuánto debes a mi amo?"
Éste respondió:
"Cien barriles de aceite."
El le dijo:
"Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta."
Luego dijo a otro:
"Y tú, ¿cuánto debes?"
Él contestó:
"Cien fanegas de trigo."
Le dijo:
"Aquí está tu recibo, escribe ochenta."
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que habla procedido.
Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de
la luz.»
Homilía
Temas de las lecturas: Cristo transformará nuestro cuerpo miserable en un
cuerpo glorioso como el suyo * Vamos alegres a la casa del Señor. * Los que
pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen
a la luz
1. Enemigos de la Cruz de Cristo
1.1 Duro pasaje nos ofrece la primera lectura de hoy: después de descubrir la
inmensa grandeza de Cristo en la hora terrible pero magnífica de la Cruz, ahora
debemos oírle una pésima noticia: hay enemigos de la Cruz de Cristo. Sus
características pueden confundirnos en un primer vistazo. Pablo habla de un modo
metafórico y es nuestro deber descubrir a qué y a quiénes se refiere.
1.2 Hay tres notas que identifican a estos enemigos: "su dios es el vientre"; "se
enorgullecen de lo que debería avergonzarlos", y "sólo piensan en las cosas de la
tierra". Sería fácil pensar en gente glotona o materialista, por la primera y tercera
de estas notas, pero un poco de atención a la segunda nos muestra que esta
interpretación es quizá insuficiente. Ni los glotones ni la gente superficial "se
enorgullecen de lo que debería avergonzarlos".
1.3 La verdad es que la Escritura se refiere a estas "vergüenzas" en más de un
lugar. Es un eufemismo frecuente para aludir a las partes íntimas de una persona,
hombre o mujer (cf. Is 47,3; Ap 16,15). Pablo se hace solidario de este modo de
hablar cuando escribe a los corintios: "y las partes del cuerpo que estimamos
menos honrosas, a éstas las vestimos con más honra; de mayor honor. Así a
nuestras partes deshonestas las vestimos con mayor honestidad" (1Co 12,23).
1.4 Esto indica que esos enemigos de la Cruz eran y son los que pretenden hacer
inútil la eficacia de la cruz del Señor, por apoyarse, digamos por caso, en el hecho
de llevar en sus partes íntimas una señal que por sí sola nada vale: la circunsicisón
(1 Cor 7,19; Gál 6,15). Hay un texto que nos aclara muy bien esto: "Pero yo,
hermanos, si todavía predico la circuncisión, ¿por qué soy perseguido aún? En tal
caso, el escándalo de la cruz ha sido abolido" (Gal 5,11). Es evidente que Pablo
opone de modo consistente la confianza en una señal externa, en la propia carne,
en las "vergüenzas" y la religión que nace de entregar el corazón, es decir,
"circuncidarlo" por la obra de la fe en la gracia de Dios.
1.5 Así escribe el apóstol: "Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni la
circuncisión es la externa, en la carne; sino que es judío el que lo es interiormente,
y la circuncisión es la del corazón, por el Espíritu, no por la letra; la alabanza del
cual no procede de los hombres, sino de Dios" (Rom 2,28-29; cf. Col 2,11). Y que
los enemigos de la cruz brotan de los adictos a las prácticas de la ley de Moisés se
ve también en Tit 1,10: "porque hay muchos rebeldes, habladores vanos y
engañadores, especialmente los de la circuncisión" (Tit 1:10). Y en Gál 6,12-14
leemos una explicación adicional: "Los que desean agradar en la carne tratan de
obligaros a que os circuncidéis, simplemente para no ser perseguidos a causa de la
cruz de Cristo. Porque ni aun los mismos que son circuncidados guardan la ley, mas
ellos desean haceros circuncidar para gloriarse en vuestra carne. Pero jamás
acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual
el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo".
2. Amigos de la Cruz, Amigos de la Gracia
2.1 Si ser enemigo de la Cruz de Cristo es apoyarse en prácticas externas y
humanas como las de la ley de Moisés, entedemos también qué significa ser amigo
de la Cruz del Señor. Tal amistad consiste sobre todo en aceptar el bien propio del
sacrificio de Jesús, que es nuestra salvación.
2.2 Del amor de Cristo recibimos un cuerpo nuevo y una ciudadanía nueva. No vale
la pena dar demasiada importancia al vientre, es decir: qué alimentos están
prohibidos o permitidos por la Ley; ni a la circuncisión, es decir: si soy o no judío de
raza, o si mi genealogía es más o menos limpia que la tuya. Nuestras expectativas
y nuestra gloria siguen otras sendas, fundadas en Cristo: "El transformará nuestro
frágil cuerpo en un cuerpo glorioso como el suyo" (Flp 3,21).
2.3 Tampoco vale la pena anclarnos en los "elementos de este mundo" (cf. Col 2,8)
y encerrar nuestra lógica en pensamientos que sólo se refieren a cosas y prácticas
que pasarán cuando este mundo pase. ¡Nuestra ciudadanía está en los cielos!, grita
Pablo (Flp 3,20), proclamando la maravillosa libertad de los que no dependen de sí
mismos sino de Dios en cuanto a su destino eterno. Un Dios que ha mostrado ya su
beneplácito en salvarnos.