COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires – ciclo 2014)
Domingo 23 de Noviembre de 2014 - Solemnidad de Nuestro Señor
Jesucristo, Rey del Universo
Evangelio según San Juan 25, 31-46 (Ciclo A)
Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria
rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las
naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el
pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a
estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha:
'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue
preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me
dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me
alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me
vinieron a ver'. Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento,
y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso,
y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y
fuimos a verte?'. Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo
hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego
eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y
ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de
paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me
visitaron'. Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento
o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'. Y él
les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'. Estos irán al castigo
eterno, y los justos a la Vida eterna".
UN CORAZON Y UNA MIRADA UNIVERSAL
Dios, siendo Dios, siendo totalmente trascendente, se identifica, se une y está
presente en cada uno de nuestros hermanos. Sabemos que la persona ha sido
creada a imagen y semejanza de Dios, y que todos tenemos ese sello
inconfundible, inolvidable e intransferible. Sabemos también que la vida la
hemos recibido por el amor de Dios y por el amor de nuestros padres. Y
sabemos que, por identificación y participación, cada uno participa de la bondad
de Dios, de lo inconmensurable que es Dios. Por eso aquella afirmación del
Beato Pablo VI -“todo hombre es mi hermano”- nos lleva a saber relacionarnos
con todos nuestros hermanos.
Claro que de una manera física sería imposible, no podemos abarcar a todos,
nuestra condición humana nos limita en el tiempo, en la historia, en la cultura y
en el espacio, pero debemos tener un corazón y una mirada universal,
atendiendo a los que están más cercanos a nosotros, aquellos próximos,
nuestros prójimos. Así, cada uno tendrá que hacer su obra y reconocerla.
Pidamos al Señor tener mucha fe, mucho amor, pero también responder con
obras porque, a veces, a las palabras se las lleva el viento, las promesas no se
cumplen, pero la vida y la existencia tienen que estar comprometidas en el
tejido social, en el tejido del bien común y concretamente en cómo tratamos a
nuestros hermanos. “¡Vengan, benditos de mi Padre, porque estuve enfermo,
tuve hambre, esture preso, y me atendieron!” Que cada uno de nosotros sea
capaz de responder al Señor, respondiendo a las necesidades de nuestros
hermanos.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén