Tercera semana de Adviento
MIÉRCOLES
17 de diciembre
Los orígenes de Jesús (I): en la historia de la salvación
Mateo 1, 1-17
“Jacob engendr￳ a José, el esposo de María, de la que naci￳ Jesús, llamado
Cristo”
A partir de hoy la lectura de la Palabra de Dios en el Adviento toma un nuevo
rumbo. En las primeras lecturas seguiremos escuchando textos del Antiguo
Testamento que están relacionados con la venida del Mesías y en el Evangelio de
cada día ―desde hoy hasta el 24 de diciembre― seguiremos paso a paso los
eventos relacionados directamente con el nacimiento de Jesús y el 24 a
medianoche comenzará la gran fiesta. En el encabezamiento de estas páginas
hemos puesto la fecha (17 de diciembre) porque la liturgia hace un conteo de
expectativa a partir de un octavario de preparación inmediata para la Navidad.
1. ¿Por qué una genealogía?
El Evangelio de hoy nos remite hasta los orígenes de Jesús dentro de la historia.
Partamos de esta base: en oriente ―como sucede también todavía hoy en los
pueblo africanos― una persona que no conoce su árbol familiar (genealogía) es
una persona perdida en el mundo. La familia y la tribu a la que se pertenece es
una referencia importante para construir la propia identidad.
La genealogía que acabamos de leer ubica la identidad de Jesús, en cuanto
Mesías, en medio de su pueblo. Como quien dice: Jesús no vino al mundo como
un “aerolito” caído del cielo, sino más bien insertándose dentro de la historia
humana, que es una historia de familias.
Por eso, en este camino de preparación inmediata para la Navidad, lo primero
que hacemos es situar a Jesús en medio de su pueblo, en el amplio contexto
histórico al que pertenece y dentro del cual Él tiene un puesto especial.
2. El colorido de la genealogía de Jesús
La lectura suena, a primera vista, un poco mon￳tona ―al menos 39 veces se
repite la frase: “tal engendr￳ a tal persona” ―, pero en realidad no es así, en la
lista de los descendientes se presenta una serie de acentos que le dan colorido a
la lectura.
Al leer muy despacio la genealogía vamos descubriendo que está hecha de
muchas generaciones, de personas concretas con destinos concretos, de
conexiones y de sucesos algunas veces irregulares, pero así es toda historia
humana.
Nos llama la atención, por ejemplo, la presencia de algunas mujeres, lo cual no
es habitual en las genealogías: Tamar (la nuera incestuosa de Judá), Rajab (la
prostituta de Jericó), Ruth (una extranjera) y la mujer de Urías (con quien David
tuvo un adulterio). Vemos que no es necesariamente el ideal de familia que se
quisiera tener.
Pero todo se comprende mejor cuando llegamos al punto final de la lista. El
Mesías que corona esta lista de generaciones y personas, sana la historia
familiar de su pueblo. Él brota de un terreno histórico-familiar en el que no falta
alguno que otro pecado, pero allí Él es el Salvador.
3. La conexión familiar con Abraham y con David
El Evangelio comienza diciendo: “ libro de los orígenes de Jesús ” a quien
confesamos como el Mesías (Mt 1,1). Y aprendemos enseguida que es a través
de toda esta larga historia del pueblo de Israel, que Jesús se conecta con David
y con Abraham, respectivamente el rey del que parte la dinastía y el patriarca
del que origina el mismo pueblo.
Jesús y Abraham
La lista de los antepasados de Jesús, que comienza en el versículo 2, coloca la
raíz de ésta en el patriarca Abraham, ya que se trata del origen de un pueblo
que ha sido creación de Dios, nacido de la fe en la promesa del Señor.
Con el llamado de Dios a Abraham comenzó un nuevo caminar histórico de Dios
en la historia de la humanidad y por medio de él bendijo a todas las naciones de
la tierra (ver Génesis 12,1-3). Jesús es el hijo de Abraham, en quien se realiza
esta promesa de la bendición. Enseguida le sigue una lista de catorce
generaciones (7+7: dos veces la plenitud)
Jesús y David
La lista toma impulso por segunda vez a partir del rey David (v.6b). Comienza
así la genealogía de los reyes.
La conexi￳n no es extra￱a porque Jesús es confesado el Evangelio como “el
Cristo ” (que significa “ungido”). Y término “Cristo” tiene que ver con una de las
designaciones del rey de Israel (ver 1 Samuel 9,26-10,1). Pero claro, esto no
quiere decir que Jesús sea cualquier tipo de “rey”.
Recordemos que a David Dios le había hecho la promesa de que su casa y su
reino permanecerían para siempre (ver 2 Samuel 7,16). Esta promesa se realiza
en Jesús, en cuanto hijo de David. Jesús, entonces, es el último y definitivo Rey
y Pastor (ver Mateo 2,6) del pueblo de Israel, prometido y enviado por Dios,
esperado por el pueblo.
El cálculo final
En la genealogía de Jesús, según Mateo, no basta con hacer una enumeración de
nombres, muchos de ellos desconocidos para nosotros, también el número de las
generaciones tiene un sentido.
Si observamos los versículos 12 a 16, notamos que, después de las listas que
siguen a Abraham y a David, el evangelista coloca una tercera lista que parte del
exilio a Babilonia y culmina con Jesús. Resultan así tres pequeños listados, cada
uno de 14 generaciones. Si tenemos en cuenta que el número 14 es el la suma
de 2 veces 7, y que siete indica perfección, vemos claramente que Mateo está
dando un mensaje con números (7+7=plenitud x 3).
Jesús es la plenitud de la historia de la salvación
Este cálculo que el evangelista hace al final de la lista de las generaciones
(1,17), nos hace notar que esta historia no es un caos, sino una serie de
acontecimientos dispuestos por Dios. El curso de esta historia ha sido querido
por Dios y Él mismo lo ha orientado hasta su culminación en el Mesías (1,16).
Por lo tanto, toda la historia tiene sentido en Jesús de Nazareth, todo lo que le
precede prepara su llegada y con su llegada comienza el tiempo de la plenitud y
el cumplimiento. Jesús es el punto culminante y el cumplimiento del actuar de
Dios con su pueblo.
Notemos además que la serie de las generaciones se interrumpió de improviso
en la persona de Jesús. No se dice: “José engendr￳ a Jesús”, sino “ Jacob
engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado
Cristo ” (1,16). Es decir, que José es el esposo de María, pero no el padre carnal
de Jesús. Por lo tanto, la genealogía termina con un enigma: ¿De dónde viene
Jesús, si no es el hijo de José? Este enigma se resuelve en la lectura de
mañana.
En fin...
Hoy aprendemos que Dios realiza sus promesas en Jesús. Lo que comenzó con
Abraham, Dios lo ha llevado a término con Jesús. Jesús está profundamente
enraizado en la historia de Dios con su pueblo porque proviene de él en la carne.
Precisamente en esa carnalidad están asumidos y redimidos los pecados de esta
historia. Las búsquedas más legítimas del pueblo que progresivamente fue
comprendiendo el plan de Dios encuentran en reposo en Él, porque ¡Él es su fin
y su cumplimiento!
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:
1. ¿Por qué leemos la genealogía de Jesús en este contexto de preparación para
la Navidad? ¿Cuál es el mensaje?
2. ¿Cómo ha sido mi historia familiar? ¿Qué viene a salvar Jesús?
3. ¿Qué relación tiene Jesús con Abraham y David? ¿Qué tiene que ver esta
conexión familiar conmigo?
“Dios es eterno, ha nacido de una mujer y permanece con nosotros todos los
días.
Con esta confianza vivimos, con esta confianza encontramos el camino de
nuestra vida”
(San Cirilo de Alejandría)
Padre Fidel Oñoro CJM