Cuarta semana de Adviento
MARTES
23 de diciembre
La fiesta de la vida que nace
Lucas 1, 57-66
“Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus
vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se
congratulaban con ella”
Dios cumple sus promesas. Lo que parece punto de llegada resulta en un
evangelio como el de hoy, en un nuevo punto de partida que desata una serie de
acontecimientos en la vida de quienes han sido bendecidos.
Hoy vemos cómo con el nacimiento de Juan Bautista se cumple la profecía del
Ángel Gabriel a Zacarías. Si seguimos el hilo de la narración nos encontramos
una serie, bastante apretada, de acontecimientos que se dan en torno a esta
primera natividad:
(1) el hecho mismo del nacimiento del nacimiento de Juan,
(2) la circuncisi￳n e imposici￳n de su nombre, “Juan” (que quiere decir “Yahvé
es misericordioso”);
(3) el coro de los vecinos que aclama la acción de Dios en Isabel;
(4) La reacción del papá, Zacarías, que recupera el lenguaje y se une a la
alabanza del pueblo.
(Constate estos datos en su Biblia)
Releamos despacio el texto, haciendo algunos subrayados sobre lo significativo.
1. Nace un niño
Al comienzo del pasaje el nacimiento de Juan se anuncia con una fórmula
sencilla que encontraremos también en el nacimiento de Jesús: “ Se le
cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo ” (1,57).
2. Renace la fraternidad y la alabanza
El nacimiento provoca nuevas transformaciones. La primera ocurre en su
madre, quien pasa del escondimiento a una vida pública intensa: “ Oyeron
sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia
(1,58).
Este es el punto de partida de una gran fiesta por la vida, que se expresa
tanto en la felicitación a la nueva madre como en la alabanza a Dios (que
Lucas coloca al mismo nivel).
Y las cosas no paran ahí: el acontecimiento toma tanta trascendencia que
supera los límites de la casa y de la aldea, llegando a ser motivo de reflexión
en toda la montaña de Judea (1,65).
El ambiente es festivo. Todos salen de sus casas y se encuentran para
celebrar. Esta imagen lucana de la alegría compartida (ver 1,58) nos recuerda
las palabras del Ángel: “ Muchos se alegrarán con su nacimiento ” (1,14).
La verdadera alegría no está en el hecho de estar contento solo sino en ver
que el también el otro está feliz, mi alegría es poder verlo alegre.
3. El itinerario de la oración
Pero en el texto de hoy hay todavía algo más. Si seguimos observando con
atención, notaremos cómo en el comportamiento de los personajes ―Isabel,
Zacarías, los parientes, los vecinos, todo el pueblo de Judea― tenemos un
modelo que nos enseña a leer con ojos de fe la mano de Dios en los
acontecimientos fundamentales de la vida. Ahí se descubren los motivos para
estar alegre en Dios. Tres palabras claves del texto nos pueden ayudar:
La admiración (1,65):
Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea,
se comentaban todas estas cosas
Esta reacci￳n, denominada “temor”, es se￱al de apertura con sencillez ante la
presencia de Dios. A lo largo del Evangelio Lucas le da un gran valor a la
admiración del pueblo ante la obra de Jesús, mientras que los enemigos de
Jesús (la gente más religiosa) ni siquiera es capaz de dar este primer y más
sencillo paso. Hay que dejarse sorprender por Dios.
La meditación (1,66):
Todos los que las oían las grababan en su corazón
La meditaci￳n es el “indagar” dentro de los acontecimientos para descubrir allí
la mano creadora de Dios. La meditación se hace preguntando por el
significado de los hechos: ¿qué está queriendo decir Dios con esto que ha
sucedido? Y se procede entonces a confrontar los hechos de la vida con la
Palabra de Dios.
La alabanza (1,64):
Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a
Dios ”.
Esta oración de alabanza se coloca en boca de Zacarías, quien fue
beneficiado. La admiración, que provoca la percepción del poder de Dios en
nuestras vidas, debe expresarse públicamente en la oración de alabanza. De
esto María ya ha sido ejemplo. Zacarías recorre ahora el mismo camino y nos
ofrece otro precioso ejemplo de oración.
4. Finalmente el anciano es rescatado de su cansancio ante la vida
Juan y sus padres se encuentran en los extremos cronológicos de la vida.
Esto nos sirve de pista para hacer una anotación más sobre el alcance que
puede tener la salvación.
Es interesante observar las referencias a Zacarías en este pasaje: en él
descubrimos a un hombre salvado por Dios de su pesimismo y de su
cansancio ante la vida.
Recordemos que en 1,20, el Ángel le había recriminado su escepticismo ante
el anuncio de gracia que Dios le estaba haciendo. Lucas nos muestra ahora
cómo este hombre vive un cambio profundo en su vida: Dios lo saca de su
cansancio y de su resignación para llevarlo a un estado de alegría
extraordinaria y de alabanza.
La recuperación de la capacidad de hablar, elemento importantísimo en la vida
de un sacerdote (para dirigir las oraciones de la asamblea), se realiza cuando
ve el cumplimiento de la Palabra de Dios. Ahora Zacarías, con una gran visión
de futuro, alaba a Dios con alegría y profetiza.
Hoy vemos en el Evangelio cómo un pequeño niño es capaz de cambiar
completamente la vida de los adultos. La natividad de un niño, como le
sucedió a Zacarías, debe ser la ocasión de abrirnos ante lo nuevo, sanando
nuestra falta de esperanza y acogiendo la radical novedad del Dios de la Vida
que cada día está dispuesto a impresionarnos.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:
1. ¿En qué consisti￳ la “gran misericordia” de Dios con Isabel y Zacarías?
¿Qué prefigura? ¿Qué relaci￳n hay entre la “salvaci￳n” y la “misericordia” del
Señor?
2. ¿C￳mo fue vivida la “gran alegría” que trajo el nacimiento de Juan? ¿Qué
sugiere para nuestra manera de vivir este tipo de acontecimientos?
3. ¿Qué itinerario oracional nos propone el evangelio de hoy? ¿Cómo educa
nuestra oraci￳n? ¿C￳mo lo vamos a vivir estas “quasi” vísperas navide￱as?
“La riqueza de mi coraz￳n es infinita como el mar, así de profundo es mi amor:
más no te doy, más no tengo, porque ambos son infinitos”
(W. Shakespeare)
“Hay navidad cada vez que le sonríes a un hermano y le tiendes la mano.
Hay navidad cada vez que reconoces con humildad tus límites y tu debilidad.
Hay navidad cada vez que permites al Señor que renazca para darlo a los otros”
(Teresa de Calcuta)
Padre Fidel Oñoro CJM