Cuarta semana de Adviento
MIÉRCOLES
24 de diciembre
La grandeza de la misión del niño que ya nació y la del que va a nacer
Lucas 1, 67-79
Zacarías, su padre, quedó lleno de Espíritu Santo, y profetizó diciendo:
«Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su
pueblo... »”
Estamos ya a las puertas de la Navidad y escuchamos en este preludio de la
gran fiesta que comienza esta noche, un hermoso himno de alabanza por la
vida y la misión de Juan Bautista y de Jesús, conocido como el “Benedictus”
(por la palabra con la que empieza). Es como si fuera la “obertura” de la gran
sinfonía navideña.
Notemos que es el Espíritu Santo quien le abre la boca a Zacarías y quien lo
hace orar y profetizar: “ Zacarías quedó lleno de Espíritu Santo, y
profetizó diciendo... ” (1,67).
La idea central de su himno profético es, como también ocurre en el de María,
la proclamación de la misericordia, la credibilidad y el poder de Dios que
ayuda a su pueblo y que lo conduce hasta la plenitud de la vida.
El texto del himno tiene dos partes:
1. La proclamación de lo que Dios ha obrado a través del Mesías
(1,68-75)
El anciano Zacarías comienza con una bendición al “ Dios de Israel ”,
recordando que Yahvé es el Dios de la historia y que se ha revelado como tal
en el caminar de un pueblo. Él es el Dios...
que se unió de manera concreta a su pueblo a través de la promesa a
Abraham (ver 1,55.73),
que demostró su misericordia a los patriarcas (1,72),
que le hizo a David una promesa con relación a su reino (1,32.69; ver 1
Samuel 7,12-16),
y que ha hablado por medio de los profetas (1,70).
En toda esta larga historia, Dios ha dejado claro que es poderoso, fiel y
misericordioso.
Y sobre este trasfondo es que se entiende la venida del Mesías. En Él, el Dios
de la historia, en esta nueva etapa de la historia de la salvación, “ ha
suscitado un salvador poderoso ” (1,68).
2. La respuesta a la pregunta del pueblo “¿Qué será de este
niño?”(1,66)
Ante la grandeza del misterio de Jesús-Mesías, Zacarías proclama ahora el
significado de la misión de Juan Bautista: “ Y tú, niño, serás llamado
profeta del altísimo, pues irás delante del Señor... ” (1,76). Con estas
palabras Zacarías, consigue responder a la pregunta que había formulado el
pueblo ante el nacimiento de Juan (ver 1,66).
Enseguida Zacarías, profetizando, proclama quién es éste “ Señor ” que él
precede. Por eso, la segunda parte del Himno se divide en otras dos: (1) la
misión de Juan (1,76-77) y (2) la misión del Mesías (1,78-79).
(1) La misión de Juan (1,76-77)
Juan es un servidor del plan de Dios. Su título más significativo es el de
“profeta”; su tarea: la de ir como precursor para preparar los caminos del
Mesías; el contenido de su anuncio: la experiencia de Dios como Salvador;
salvación que en última instancia se vive en el perdón de los pecados. Así se
cumple la promesa de Jeremías 31,34: “ Todos me conocerán del más
chico al más grande -oráculo de Yahvé- cuando perdone su culpa, y de
su pecado no vuelva a acordarme ”.
(2) La misión del Mesías (1,78-79)
Tres imágenes la describen:
Jesús, el Mesías, es el liberador de su pueblo (1,68.71.74)
Es la imagen de uno que combate por nosotros y nos rescata llevándonos a
una situación de vida (“ libres de manos enemigas ”); una vida conforme a
la voluntad de Dios (“ santidad y justicia ”), al servicio en la obra de Dios
(“ servirle ”) (ver 1,54-75). Él nos libera también del “ temor ”, de manera que
una vida al servicio de Dios está fundamentada en la confianza en El y no en
el miedo del castigo.
Jesús, el Mesías, es la luz de un nuevo “amanecer” (1,78)
El paso de la noche al día es símbolo del triunfo de la vida y por lo tanto de
esperanza. Así, la venida del Mesías es un nuevo amanecer sobre un pueblo
que ha pasado por la noche del sufrimiento. La luz es también símbolo de la
orientación: en la oscuridad estamos perdidos, pero con la luz del Mesías
podemos orientarnos para vivir.
Jesús, el Mesías, es el que endereza nuestro caminar por el camino
de la paz (1,79)
Con su luz, el Mesías nos enseña el camino de la vida que, aún pasando por la
muerte, conduce a la paz de Dios y en Dios.
Concluyendo...
Al final de su himno Zacarías nos enseña lo que debería ser la clave de lectura
de toda la obra de Jesús: la misericordia de Dios. De esta forma, su oración
se remonta hasta la fuente de todo, hasta el corazón de Dios, y trata de
traducir todo lo que capta allí: “ las entrañas de misericordia de nuestro
Dios ” (1,78).
Todo lo que Jesús va a realizar estará en consonancia con ese corazón. Jesús
es el corazón amoroso de Dios que la humanidad nunca antes había
experimentado en tan tremenda cercanía.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:
Estamos en las vísperas de la navidad. La Palabra de Dios nos conduce
progresivamente hasta el encuentro vivo con Jesús en la Eucaristía, ese espacio
privilegiado sacramental en que acogemos su “venida”. A lo largo de todos estos
días la Palabra de Dios no sólo ha querido calentar nuestro corazón despertando
nuestros sueños y poniéndolos en sintonía con Dios, sino también nos ha
llamado a una purificación. Vivámosla sacramentalmente en la celebración de la
misericordia por medio de una buena confesión.
1. Según la oración inspirada de Zacarías (el “Benedictus”), ﾿Cuál es la misión
de Juan Bautista? ¿Qué relación tiene con la misión de Jesús?
2. ¿Con qué imágenes se presenta la misión del Mesías? ¿Qué nos dice cada
una de ellas con relación a los dones que de Él vamos a recibir en esta
navidad?
3. ﾿Cuáles son las “sombras de muerte” que hay en mi vida, en mi familia, en
la sociedad? ¿Cómo se pueden vencer? ¿Qué anuncia la navidad?
“﾿Puedes no tener piedad de nosotros, tú que te has hecho hombre por
nosotros?
Grandes son tus maravillas, más grandes aún tus promesas.
Tus obras nos hacen buscar los bienes que nos prometes”
(San Agustín)
“ᄀQue de la hoguera de la Navidad salte una chispa de amor!”
(R. Follereau)
Padre Fidel Oñoro CJM