Invitación, llamada
Hay muchas maneras de ganar la voluntad de alguien, de invitar, de llamar. El
proselitismo actual tiende a la fuerza, a la violencia. Usan métodos que destruyen la
libertad, cohesionan, hacen lavado de cerebro. Van de la mano con el fundamentalismo.
Esto levanta muros, define fronteras. Una fe forzada, oprimida, violada en sus principios
más elementales, pierde la visión, el oído, diseca el corazón. Sus estímulos son
programados, sus objetivos destructores.
En la Biblia la llamada u opción vocacional tiene su origen en una suave, alegre y
generosa invitación. Oyes la voz de Dios que se te manifiesta a través de encuentros,
personas, acontecimientos. El joven Samuel, por ejemplo, no conocía de estas bondades
y comienza a delirar como en sueños de fantasías. El viejo Elí lo va llevando por el
camino del encuentro y de la escucha del Señor.
Jesús en el evangelio pareciera que llamara primero con la mirada. Al menos, invita a
ver: ¡“Vengan y verán…”! No importa la hora. Basta que el corazón tenga sus ojos
limpios, que el deseo se una a la búsqueda y en el encuentro prime el amor. Lo demás es
asunto de la escucha, del estar presente, del ponerse en movimiento. Y estuvieron toda
esa noche con Él. Y salen al encuentro de los demás para contar su experiencia.
Ante la INVITACIÓN del Maestro hay que dejarse sorprender, llevarse del asombro y
dejar que la mirada te calcine el alma. El mucho ruido nos está impidiendo hoy escuchar
esta llamada. Los enredos temporales con todo aquello que nos ata y oprime, cierra los
oídos a la suave llamada. Es necesario volver sobre estas huellas de los primeros
discípulos para tener el gozo de estar con Él la noche y anunciar el día de su llegada.
Cochabamba 18.01.15
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com