Comentario al evangelio del martes, 13 de enero de 2015
EL ARTE DE SOMETER
¿Verdad que suena mal esto de someter a otros? El Diccionario de la RAE lo define con verbos tan
“apetecibles” como: “Sujetar, humillar, conquistar, subyugar…” Pero también es cierto que habla de
someter como “ pacificar un pueblo… Subordinar el juicio, decisión o afecto propios a los de otra
persona. Proponer a la consideración de alguien razones, reflexiones u otras ideas…”
Digo esto porque la carta a los Hebreos nos presenta a Cristo hoy como Aquel al que “Todo se ha
sometido bajo sus pies… nada queda fuera de su dominio”. ¿Nada? Es la siguiente pregunta que a mí al
menos me brota. Nada… contesta la Escritura. “Pero ahora no vemos todavía que todo le esté sometido”
Ah… exclama algo de mí por dentro… Entonces es eso: que no lo veo.
Y es que, no es fácil VER. Tampoco es fácil “someter” al estilo de Jesús. Es de esos verbos que con
facilidad podemos asumir pero eliminamos la segunda parte fundamental “como Jesús”. El modo de
ejercer la autoridad Cristo es desconcertante. De hecho el Evangelio ha guardado pasajes donde se
expresa directamente este estupor de sus contemporáneos porque “no enseñaba como lo escribas, sino
con autoridad”.
Jesús somete sin quebrar la caña cascada ni apagar el pábilo vacilante, pero a la vez no tiene ningún
problema en derribar las mesas de los cambistas en el Templo. Jesús ofrece un yugo llevadero y una
carga ligera pero deja claro que quien toma el arado y mira hacia atrás, no es digno de Él. Jesús
perdona los pecados, pero exige que no pequemos más. Y así podríamos seguir…
La autoridad de Jesús es otra cosa. ¿Qué autoridad tiene Él en mi vida? ¿qué he puesto bajo sus pies
para que a Él se le someta? ¿Mis deseos, mi tiempo, mis afectos, mis heridas mis talentos, mis
decisiones, mis gastos?
Porque el Evangelio de hoy nos recuerda que los espíritus inmundos sabían con total certeza que Jesús
iba a acabar con ellos. ¡Le conocían y le reconocían su poder! A veces pienso que nosotros, en
principio algo menos “inmundos” que estos demonios, vivimos más despistados que ellos… Tan
inconscientes que tememos “subordinar el juicio, decisión o afecto propios” a los de Cristo y a las
personas y realidades que él En persona pone en nuestro camino.
Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz Aragoneses ( rosaruizarmi@gmail.com )
Rosa Ruiz Aragoneses