Tercer domingo ordinario, Ciclo B
(Jonás 3:1-5.10; I Corintios 7:29-31; Marcos 1:14-20 )
En 1992 les permitió a los Estados Unidos seleccionar entre los profesionales para
el equipo de baloncesto de los Juegos Olímpicos. El resultado fue lo que se llamaba
el “equipo de ensue￱o”. Los jugadores seleccionados incluyeron a Michael Jordan,
Magic Johnson, y Larry Bird. En los partidos ningún otro equipo pudo acercarse a
ello. Fue casi demasiado bueno para ser creído. El evangelio tiene un mensaje que
también parece como un sueño casi demasiado bueno para ser creído.
Dice la lectura que anda en Galilea predicando el “Evangelio de Dios”. Suena un
poco rara esta frase, ¿no? ¿Qué significa? El “Evangelio de Dios” es que Dios
quiere a cada persona humana, sea rica o pobre, morena o blanca, cristiana o
musulmán. Ama también a los fetos destinados a ser abortados. Aun a sus
madres que por temor o por dureza consienten al crimen les ama Dios.
Parece que hemos llegado al momento en que le gente se harte del aborto. Al
menos más y más permite que las leyes limitando la práctica se pongan en
vigencia. Por fin la gente ve lo que el aborto es en sí: la masacre del ser humano
más vulnerable que hay. La posibilidad que ha llegado el fin del aborto corresponde
a lo que Jesús dice en el evangelio: “Se ha cumplido el tiempo”. Eso es, el tiempo
de espera, de Juan Bautista y los profetas del Antiguo Testamento anunciando el
Mesías, ha pasado. Ha llegado el Hijo de Dios para enseñarnos cómo vivir como un
pueblo recto en un mundo decaído.
La primera lecci￳n de Jesús es: el “Reino de Dios está cerca”. Este Reino no es un
territorio que nos acercamos sino un poder que nos viene. Es la luz penetrando la
sombra del descuido del mundo contemporáneo. En el evangelio es Jesús mismo
curando a los enfermos. Hoy día es la gente dándose cuenta de su ceguera como
pasó a una mujer hace seis años. La señora Abby Johnson escoltaba a mujeres a la
cámara del aborto cuando le pidieron a ayudar con un aborto guiado por el
ultrasonido. Entonces vio por la primera vez el bebé dentro del seno de su madre
luchando contra la respiradora chupando su vida. Johnson dejó el trabajo y ahora
es parte del movimiento pro-vida. Tal vez más al caso, el Reino es el amor de las
muchas personas que ofrecen a las madres de hijos no nacidos los recursos para
dar luz a sus hijos.
Para aprovecharnos del poder del Reino tenemos que arrepentirnos. Es decir
tenemos que dejar la mentalidad que favorece el aborto. Esta perspectiva ve la
intimidad sexual como el entretenimiento de los bellos. Debemos reemplazar este
tipo de pensar defectuoso con una consciencia que acepta la intimidad como ha
sido creada – el modo más físico para los matrimonios a expresar su afecto mutuo.
En torno, querremos ver el aborto como la tragedia que es –el cuchillo con que las
madres traicionan sus deseos más profundos y también la pandemia atacando las
minorías. En el evangelio los dos equipos de hermanos muestran el tamaño de la
conversión imaginado por el evangelio. Primero, Pedro y Andrés, entonces
Santiago y Juan dejan todo – su sustento y sus familias para seguir a Jesús. La
primera lectura donde toda la ciudad de Nínive se arrepiente con la predicación de
Jonás es aún más demostrativa del tipo de conversión previsto por el Reino de
Dios.
En los últimos años hemos visto una revolución en el número de fumadores. Hace
sólo cincuenta años hubo el olor del humo de cigarro en casi todos los lugares
públicos. Ahora el caso es casi lo opuesto. Tanto por leyes limitando la práctica
como por la mayor consciencia de la gente se ha eliminado virtualmente el fumar.
Esperamos que lo mismo esté pasando con el aborto. No es un hecho todavía y no
deberíamos dejar de rezar. Pero por lo menos es imaginable que vamos a ver el
día en que los abortos son tan raros como ceniceros en restaurantes. Qué sigamos
rezando por el fin de abortos.
Padre Carmelo Mele, O.P.