DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO (B)
Homilía del P. Salvador Plans, monje de Montserrat
18 de enero de 2015
1 Sam 3-10 / 1 Cor 6, 13-15. 17-20 / Jn 1, 35-42
El cristiano tiene una vocación: Ha sido llamado por Jesús. En la escuela de Jesús
aprendemos en primer lugar a escucharlo. Una vocación que vivimos durante el año
litúrgico: Es, pues, una vocación a la que estamos llamados personalmente. Jesús
lleva la dirección y hace el programa. Los precedentes de esta escuela los tenemos ya
en el Antiguo Testamento. Uno de ellos lo tenemos en el libro de Samuel. Ante el Dios
que habla, el niño Samuel se pone en actitud de escuchar y está al mismo tiempo
disponible para seguir lo que le dirá la voz que le llama.
Sí, hermanos, ser cristiano es ser hermano de todos los hombres y mujeres de nuestro
mundo; eso sí, con el criterio de Jesús de Nazaret. Por lo tanto, tenemos que ir a su
escuela. Andrés y Juan, lo hemos oído hace poco, dejan la Escuela del Bautista y se
van a la escuela de Jesús. La escuela que tiene un nombre: " Escuela del cordero de
Dios ". En esta escuela, lo primero que aprendemos es que Dios no nos ha
abandonado, que está con nosotros hasta el fin del mundo. Ese mismo día que los dos
apóstoles se encontraron con Jesús, nació el primer núcleo de su escuela. Acogieron
la invitación de Jesús, vieron dónde vivía y se quedaron con él. Fue un encuentro
decisivo, el más decisivo de su vida; nunca más dejaron a su maestro.
Bien, podríamos decir que en esta escuela aprendieron a no dejar a Jesús. Éste, una
vez hubo resucitado va a su encontrar en Galilea para enseñarles una segunda
lección: la obediencia de la fe. El de echar la red a pesar de no haber pescado nada.
Los Apóstoles, están pescando: era lo único que sabían hacer. Estaban
desmoralizados. Después de contemplar el gran fracaso de no pescar nada en toda la
noche, aprenden de la obediencia. Aprenden del fracaso. Sólo Jesús puede llenar la
barca de peces. Debemos saber que sólo Jesús es el dueño de la empresa. Y
entonces, por supuesto que el discípulo lo dejará todo y le seguirá.
Una vez aprendidas las primeras lecciones, ya podemos hacer camino con Jesús e ir
detrás de él. Lo hemos oído en el Evangelio que el diácono nos ha proclamado:
Andrés encuentra a su hermano Simón, el futuro Pedro, y le dice que ha encontrado al
Mesías. "Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)". Y lo llevó hasta Jesús.
Hermanos queridos, vayamos a la escuela del cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo; llevémosle, pues, a nuestros hermanos. Esta es una asignatura importante
en esta escuela. Sobre todo en estos nuestros tiempos. ¿No lo creéis así?