VI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
POR SER DIFERENTES
Padre Javier Leoz
Que la fe sana, cuando se cree y se toma como opción de vida, es un hecho
irrefutable. Quien se acerca a Cristo –además de empuje hacia el espíritu
de las bienaventuranzas- siente que, la fe, reconforta, anima, levanta, cura
y dignifica.
1.- La lepra personifica en los tiempos que vivimos a toda persona que se duele y
llora por las situaciones de contradicción que se dan en el mundo. Por tanta
exclusión e injusticia fruto de la intolerancia o de los intereses que convierten
automáticamente a unos en buenos y a otros en malos. Unos son colocados en el
escaparate, como referencia y encarnación de los valores que emergen en una
sociedad caprichosa, y otros son desterrados porque –sus exigencias o su modo de
vida- pueden resultar chocantes o calificados incluso de “peligrosos”.
Hay muchos descartes en nuestra sociedad y muchos intentos ideológicos de
silenciar a los que no hacen orfeón o secundan iniciativas amparadas por leyes de
turno.
Existen muchas iniciativas de apartar a los “nuevos leprosos” porque no dicen lo
que la sociedad quiere oír ni actúan como la sociedad dicta.
2.- Una vez más, como en tiempos de Jesús, la perseverancia y la mano de Dios
salen al paso de aquellos que saben que, sólo Dios, es capaz de responder con
generosidad cuando el mundo rechaza o abandona.
Miremos un poco a nuestro alrededor. ¿Qué se enaltece? ¿Qué se valora? ¿Qué se
desprecia? ¿Qué se margina? ¿Qué se recompensa?
--La eucaristía de cada domingo , el encuentro con la Palabra y con el
Resucitado, nos inyecta a los cristianos la fuerza necesaria para insertarnos de
nuevo, con impulso renovado y claro, en una sociedad donde no siempre predomina
el bien común. Recordemos que hemos de ser sal (aunque pique) y luz (aunque
deslumbre).
La oración, personal o comunitaria , nos brinda esa oportunidad para
recuperarnos de otros tantos rechazos cuando presentamos, con respeto pero con
valentía, nuestra forma de entender el mundo, la sociedad, el hombre, etc., desde
la fe.
--El testimonio, de lo que llevamos dentro , de nuestra experiencia de Dios, nos
exige pregonar que con Jesús nos sentimos bien. Que haber encontrado a Dios,
lejos de ser una preocupación, nos ayuda a llenar huecos peligrosos en nuestra
vida. Nos invita a quemarnos, no hacia dentro, y sí hacia fuera, para que otros
hermanos nuestros –con abundancia de lepra materialista, hedonista, individualista,
pobreza, malos tratos, etc.- puedan salir de ese estadio y reincorporarse de nuevo
a la vida o dejar que otros compartan su misma buena suerte. ¿Acaso no merece la
pena? Pongamos algo de nuestra parte.
3.- ¡ESTÁS DE NUESTRO LADO, SEÑOR!
Palpas nuestras miserias,
y nos levantas con tu mano,
mudas nuestra pobreza, en riqueza
nuestra desilusión en encanto
Derramas tu misericordia
y nos contagias con tu amor
Despliegas tu misericordia
y nos integras de nuevo
sanos, alegres y radiantes
en el mundo y en la realidad que nos rodea
¡ESTÁS DE NUESTRO LADO, SEÑOR!
!Cuando, el ambiente y las ideas,
no nos acompañan y nos dejan de lado
Cuando, por nuestra forma de ser,
por creer en Ti o ver el mundo de otra manera,
sentimos que nuestras voces
y hasta nosotros mismos
contamos poco o casi nada.
¡ESTÁS DE NUESTRO LADO, SEÑOR!!
Cuando no entendemos el volcán
de tantos dolores, injusticias, enfermedades,
llantos, soledades y heridas
que se estallan en la tierra y en el corazón del hombre
¡ESTÁS DE NUESTRO LADO, SEÑOR!
Y sentimos que, Tú como nadie,
sabes estar cerca de nosotros,
que te encanta vivir y compartir nuestras aflicciones
que sabes, como ningún médico lo hace,
acercarte a cada enfermo, a cada situación
y preocuparte, día y noche,
por aquel que sufre amargamente.
¡ESTÁS DE NUESTRO LADO, SEÑOR!
Por eso, porque estás junto a nosotros,
sentimos que no es tan grande nuestra soledad
que no es definitivo nuestro abandono
que, con tu mano, sanas nuestras heridas
y las cargas, todas ellas, sobre tus hombros.
¡Gracias, Señor! ¡Estás de nuestro lado!