I Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
¡OJO! EL DEMONIO ANDA DISFRAZADO
Padre Javier Leoz
¿A quién apoyas? ¿De quién eres? ¿Por quién te defines? ¿De qué lado
estás? Así, y con otros interrogantes parecidos nos invitan a decantarnos
en la sociedad que vivimos.
1.- La cuaresma, como camino hacia la Pascua, también coloca delante de nuestra
conciencia una serie de interrogantes:
-¿Eres de Jesús? ¿Estás dispuesto a seguirle? ¿Le conoces de verdad o tan sólo de
oídas?
-¿Crees con todas las consecuencias ? ¿Qué opinas de la cruz? ¿Y del sacrificio?
-¿Te consideras bueno? ¿No te apoyarás demasiado en aquello de “como Dios es
bueno me comprende”?
El desierto, el lugar donde somos tentados, no es precisamente un lugar solitario. El
alero desde el cual, el maligno nos seduce, es precisamente la vida fácil, el
consumo por sistema, la vida desenfrenada, el ocio sin norte y sin pausa, el
buenismo que relativiza hasta lo más sagrado.
El demonio viene disfrazado en muchos colores y con muchos trajes. Lo malo es
que, lejos de verlo como tal, lo vemos como un aliado. Hace tiempo que, para la
moral relajada, dejó de ser un peligro:
-Si no vas a misa , no es importante porque –eso- no te garantiza ser bueno
- Si piensas en los sacerdotes , no olvides los escándalos de algunos de ellos
-Si el Papa sale en los medios , fíjate dónde y cómo vive
El maligno, hoy y ahora, está constantemente situado en los aleros de cada día.
Encendemos la televisión y, la fe católica, es ridiculizada un día y otro también. Si
nos acercamos a la prensa escrita, se nos invita –al igual que Jesús en el desierto-
a lanzarnos al poder por el poder, a disfrutar de la ciudad y del mar, del placer y
del tener. Vuelvo a insistir: el demonio vive en permanente carnaval. Va tan
disfrazado, y a veces tan a nuestro gusto, que lo acogemos en la mesa de nuestras
casas sin ningún tipo de problema. Así nos va.
2.-Escuchemos su Palabra. Veremos cómo entonces, el Señor, nos sorprende.
Siempre tiene algo bueno y nuevo que decirnos.
-Necesitamos de estos desiertos , de estos encuentros para luego hacer frente a
la vida. Lo mismo hacía Jesús; antes de presentarse en público se retiraba a orar
tal y como hoy, por ejemplo, lo contemplamos en lucha permanente contra las
tentaciones del diablo.
- Camino de la Pascua sería positivo que nos preguntásemos cómo está nuestra
oración. ¿No se encontrará un poco en crisis? Cuando decimos que hay crisis de fe
¿no será que en el fondo hay problema de oración? Cuando sostenemos que hay
dificultades de los padres con los hijos ¿no será también que, en el fondo, hay
ausencia de comunicación de los hijos con los padres?
3.- La Cuaresma es un tiempo privilegiado para la oración. ¿Quién no se deja
impresionar cuando se coloca frente a un crucificado? La oración es esencial para
entender y comprender la voluntad de Dios. Y si no la entendemos ni la
comprendemos es porque, muchas veces, somos alérgicos a esos desiertos de la
oración, el silencio, la reflexión o la lectura asidua de la Palabra de Dios.
Que el Señor nos conceda tres gracias especiales en este tiempo de ascensión a la
Pascua:
a) Ante la tentación del materialismo, el saber defender el “ser” antes que el
“tener”. Cuántos hermanos nuestros viven en situaciones de dificultades y de
desencanto porque no han sabido medir ni controlar su avaricia
b) Ante el incentivo de la vanidad hay que adorar al Único que se lo merece: a
Dios. La vanagloria, los aplausos y el engreimiento son fiebres que se pasan en
cuatro días ¿Qué queda luego? Las secuelas de las grandes soledades.
c) Ante la incitación del poder, el dominio de uno mismo. El poder en la vida de un
cristiano es el servir con generosidad y el ofrecer sin esperar nada a cambio.
--Que el Señor, en este tiempo cuaresmal, nos ayude a meditar –en un bis a bis-
sobre aquellas tentaciones que nos producen ansiedad, infelicidad, inseguridad o
abandono de la fe.
--Que Santa Teresa de Jesús , cuyo V Centenario de su nacimiento estamos
celebrando, nos ayude a caminar, vivir, estar y disfrutar con AQUEL que tanto nos
ama: Cristo.
¡A por la Pascua!
4.- CONTIGO EN EL DESIERTO, SEÑOR
Escucharé al silencio que habla
y la Palabra que resuena.
Me sentiré preparado para la misión
para así, ofrecerme hasta desgastarme
contigo y por Ti, mi Señor.
¿Por qué vas a un desierto, Jesús?
¿Qué te brindan la arena y las montañas
sin alimento ni nada con lo que sustentarte?
El desierto habla,
cuando el mundo calla
Hace al cuerpo y a la fe, fuertes y resistentes
ante tantas cosas que los debilitan
Llévame contigo al desierto, Señor
porque sin necesidad de estar
en la aridez de esa tierra desértica
también aquí y ahora soy tentado:
por el afán de tener
por el deseo del poder
por la ambición de ser adorado
Contigo en el desierto, Señor
seré fiel hasta el final
me prepararé a la dureza de la cruz
saldré victorioso frente al mal.
Romperé con aquella tentación
que me persigue como si fuera
mi misma sombra.
Dame, Señor, valor para triunfar sobre ellas
Concédeme, la valentía necesaria
para demostrarte mi fidelidad y mí entrega.
Quiero estar contigo en el desierto:
con Dios, fortaleza
con Dios, salvación
con Dios, poderoso
con Dios, santo
con Dios, único Dios.
Quiero subir contigo, Señor a celebrar tu Pascua, Señor
Amén.