DOMINGO DE RAMOS
(Isaías 50:4-7; Filipenses 2:6-11; Marcos 14:1-15:47)
El libro describe los horrores de un campo Nazi de concentración. Se titula Noche.
Una historia del libro particularmente llama la atención. Un niño ayudaba al líder
de los obreros en el campo. Cuando los Nazis descubrieron que el hombre era
involucrado en la resistencia judía, lo enviaron a Auschwitz. Al niño lo ejecutaron
ellos mismos por colgarlo entre dos hombres. Los dos hombres murieron
rápidamente pero el niño luchaba por más que media hora antes de fallecer. Le
acuerda a uno de Jesús en la Pasión según San Marcos que acabamos a leer.
Desde el principio del relato hasta su fin Jesús sufre. En Getsemaní sabiendo la
tortura que le espera, él se postra en la tierra pidiendo a Dios que le aparte del
ordalía. Entonces cuando viene Judas con la gente para apresarlo, Jesús está
abandonado por todos los discípulos. En el principio del evangelio se dijo que los
primeros discípulos dejaron sus redes para seguir a Jesús. Ahora un discípulo deja
su ropa para huirlo.
El sufrimiento no desiste en los juicios de Jesús. Con el sanedrín los líderes judíos
le escupen, lo abofetean y se burlan de él como un profeta falso. Es sólo irónico
porque Jesús ha predicho que iba a sufrir tal abuso. Casi tan indigno es la negación
de Pedro, su primer discípulo, que maldice para mostrar que no lo conoce. A Pilato
no le importa que Jesús sea obviamente inocente. Aunque indica a los judíos que
no ha cometido ningún crimen, le entrega a la crucifixión. La pena incluye una
flagelación sangrienta y otra ronda de insultos de parte de los soldados romanos.
En la cruz las tinieblas alrededor de Jesús sólo se espesan. Tres grupos se lo
presentan para burlarse de él – los viandantes, los sumos sacerdotes, y los
hombres que están crucificados con él. Aun la tierra se vuelve oscura
evidentemente por una eclipsa del sol. No hay ningún discípulo, ningún pariente,
ningún buen ladrón para darle consuelo. No es por nada que Jesús exclama que
Dios lo ha abandonado.
Por supuesto, no es el caso. Dios ha estado acompañando a Su Hijo todo el
tiempo. Una vez que muere, actúa con la presteza. El velo del templo se rasga
rindiendo el lugar inútil para hacer válidos los sacrificios de los judíos. Un oficial
romano da el último testimonio de Jesús: “De veras este hombre era Hijo de Dios”.
Finalmente, un justo le pide a Pilato el cadáver de Jesús para ponerlo en un
sepulcro.
La historia de la pasión de Jesús en el evangelio según San Marcos ayuda a la
persona que siente sola o malentendida. La persona muriendo de cáncer cuando
tiene sólo cincuenta años o menos puede identificarse con Jesús en este relato de
su muerte. Ciertamente los cristianos siendo perseguidos por el Estado Islámico
sienten la desilusión de Jesús aquí. Tal vez todos nosotros al menos una vez en la
vida hemos sentido rechazados por la gente, despreciados por nuestros enemigos,
y abandonados por nuestros amigos. Cuando nos pasan estas calamidades,
podríamos pensar en Jesús soportando todo el dolor pero siempre fiel a Dios.
Entonces qué esperemos la acción de Dios que va a llegar tan seguro como el calor
en la primavera. Él vendrá para aliviarnos del sufrimiento y para acogerse de
nosotros en Su Reino. Él vendrá para acogerse de nosotros en Su Reino.
Padre Carmelo Mele, O.P.