Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, Ciclo B
NO TODO ES ORO
Padre Javier Leoz
“No es oro todo lo que reluce”. Este refrán, como pórtico de esta Semana Santa,
nos viene muy bien para adentrarnos ya y respirar los que los Misterios de la Pasión
y la Muerte y Resurrección de Cristo nos traen. Hoy le aclamamos como Rey (como
entonces le agasajaron) pero, esos vítores, no son precisamente sinceridad ni
constancia. Mucho menos fidelidad y perseverancia: en Jueves Santo las palmas
serán beso de traición, en viernes santo soledad y en el sábado santo silencio.
1.- Dos sentimientos, en este Domingo de Ramos, se entrecruzan entre sí: júbilo
porque aclamamos al que consideramos que es justo, bueno y verdadero y, por
otra parte, tristeza. Bien sabemos todos, el final de esta gran pasión: la muerte. Es
por otro lado la repetición de muchos de nuestros comportamientos humanos:
decimos querer, apostar por…pero luego resulta todo lo contrario. Abandonado
entonces por los suyos, entregado por uno de los suyos, negado por uno de los
suyos y –hoy- también en muchos instantes relegado a un tercer o cuarto puesto
por aquellos que decimos aclamarle, cantarle y seguirle con nuestra vida cristiana.
¿Vida cristiana o vida vacía? ¿Vida de bautizados o vida sin bautismo? ¿Vida de sólo
palabras o vida con obras?
No es tarea fácil ser de los amigos de Cristo (pensemos un poco en la persecución
de nuestros hermanos por el EI). Las ideas de Cristo, sus idas y sus venidas, no
dejaron indiferente al poder establecido de entonces y, también hoy, ante los
nuevos poderes no resulta fácil colocar como medidor de la sociedad el metro del
Evangelio. No lo fue fácil, estando Cristo en medio de nosotros, y mucho menos hoy
aunque sacramentalmente y por el Espíritu habite en nuestra Iglesia.
2. En este domingo de Ramos, el Señor, nos exige llegar hasta lo más hondo de sus
entrañas. No nos quedemos ni nos subamos por las ramas. Hay que ascender hasta
esa fuerza que, en Jesús es de tal magnitud, que podemos contemplar la grandeza
y el poder de Dios.
-No podemos quedarnos en las ramas de una cruz sin Cristo y como mero adorno.
-No podemos andarnos por las ramas a la hora de defender el estilo de nuestra vida
cristiana
-No podemos encaramarnos en las ramas, por muy bonitas que seas, y olvidar lo
esencial que es la humildad de un Señor que se hizo presente en Belén y, hoy de
nuevo, cabalga sobre un pollino. Acostumbrados nosotros a cabalgar sobre
espléndidos caballos con patas de materialismo, sensualismo, comodidad o “todo
vale” nos resulta llamativa esta figura: Jesús en un pollino. Ya nos asombró su
llegada en Belén (sobre cuatro tablas) y de nuevo nos llama la atención su entrada
para sufrir y morir. Lo grande nos aleja de Dios y, montados sobre pollino, nos
podemos acercar a Él más y mejor.
3.- ¡Feliz Semana Santa, hermanos! La vivamos con intensidad. Acompañemos al
Señor que, durante estos días, nos dejará impresionantes lecciones de amor (en
palabras y obras) y, sobre todo, preparémonos con alegría desbordante al fruto de
la Pascua: su resurrección.
No olvidemos (y así lo hagamos ver) que es Semana Santa para vivir devociones y
no para más vacaciones.
4.- TE VISTES DE HUMILDAD, SEÑOR
En pollino, pequeño y renqueante,
irrumpes en la ciudad de la paz
pasas por delante de los muros que verán impasibles
cómo se mata al Profeta entre los profetas
TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR
Preámbulo de victoria y, a la vez Señor,
aparente derrota o contradicción:
¿Es así como arrolla el Hijo de Dios?
¿Es así como vence el amor?
TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR
Y, con laureles en las manos,
los que somos menos humildes
cantamos, pregonamos y proclamamos:
¡Hosanna al Hijo de David!
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
¡Paz al mundo! ¡Paz! ¡Paz!
TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR
Y, en nosotros como en los que te aclamaban entonces,
se cumple todo lo que esperábamos de Ti.
Hoy, Señor, bien lo sabes
se mezcla en esta fiesta de la alegría
la vida, y la peregrinación hacia la muerte
el júbilo, y la cruz que se levanta invisible en el monte
nuestro deseo de seguirte
y la cobardía de los que huiremos en la tarde del Jueves
Déjanos acompañarte, Señor
Déjanos subir contigo a la ciudad santa
Déjanos servir como Tú lo haces
TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR
Y, por encima de la multitud de ramos y palmas,
se divisan las horas con más pasión y amor
por ningún hombre, jamás vividas.
Vamos contigo, Señor, hasta el final
Vamos contigo, Jesús, hasta el Calvario
Nos arrancarás de la muerte, con tu muerte
Con tu cruz, nos redimirás
Nos resucitarás, con tu resurrección
TE REVISTES DE HUMILDAD, SEÑOR
y….te decimos: ¡HOSANNA! ¡HOSANNA!