Domingo de Pascua: La Resurrección del Señor.
¡HAS PODIDO, SEÑOR!
Padre Javier Leoz
¡Feliz Pascua de Resurrección creyentes en Cristo muerto y resucitado!
¡Feliz Pascua hinchas de un Jesús que, vencedor, nos trae el trofeo de vida para
todos!
Respondamos, desde el graderío de nuestra Iglesia, con cánticos, aleluyas, sonrisas
y júbilo, optimismo e ilusión, fe y esperanza: ¡HA RESUCITADO! ¡HA TRIUNFADO!
1.- Estamos en Pascua. Ahora sí; este es el zumo del fruto que se exprimió ante el
silencio de unos, complacencia de otros, la complicidad de unos o la cobardía de
otros. Cristo, muerto en el madero, nos gana a todos y nos catapulta en una vida
sin término. ¿Caemos en la cuenta de tan gran Misterio? Que, nuestra fe, no es una
fe de muertos ni en la muerte. Que, nuestra fe, está coronada por el triunfo de un
Cristo que al resucitar nos inyecta, ahora más que nunca, una infusión de vida
eterna. Estamos llamados a eso: a la vida. Estamos llamados a despertar de este
mundo, que aun pareciéndonos un sueño, es algo pasajero y nada comparable con
la realidad del cielo.
Hoy, en esta mañana florecida por la luz de Cristo, apostamos fuerte por Aquel que
nos lo ha dado todo. Hoy, en estas horas refulgentes y celestes, levantamos
también nuestra victoria: ¡Cristo es nuestro futuro! Ahora, aunque lloremos,
sabemos que nuestro llanto no será definitivo. Ahora, aunque la muerte siga
sorprendiéndonos, sabemos que es un traje de quita y pon. Ahora, aunque la
prueba nos sobrecoja, sabemos que no será la que tenga la última palabra.
¡Dichosa mañana de resurrección que nos trae tan gran noticia!
2.- Esta noticia es la que sostiene nuestra vida cristiana. Y, esta crónica
resucitadora, es la que se ha de sostener en nuestra memoria hoy y siempre. No
estamos llamados a la muerte sino a la vida. Nuestra fe, por si lo olvidamos, es
triunfante y no derrotista. Tiene futuro, no se queda en el presente. Mientras tanto,
ante un Cristo que nos sorprende con una fuerza arrolladora que viene del Padre,
damos gracias por haberle encontrado. Le damos las gracias por habernos hecho de
los suyos a pesar de nuestras negaciones, traiciones, mediocridades y deserciones.
3.- No olvidemos que, la salvación que Jesús nos ha traído, ha sido precisamente
para los que creemos que la necesitamos. Para todo aquel que, humildemente,
pone en Dios su esperanza, en la cruz sus ojos y en la resurrección su horizonte.
Tal vez por eso, muchos hoy, seguirán sin escuchar este mensaje pascual: están
tan sumidos en sus pequeñas resurrecciones (gotas de vida que pronto se
evaporan) que no ven la necesidad de alzar sus ojos hacia aquella otra vida
resucitada y resucitadora que les ofrece el mensaje pascual.
Tal vez por eso, porque algunos son felices viendo como los topos (bajo lo
placentero de la tierra) no se preocupan de exponer su piel, sus sentimientos y su
corazón ante la luz que nos trae el Evangelio de un Jesús que muere y nos invita a
resucitar de esta tierra que, a veces, nos mata.
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN, HERMANOS!
Dirijamos nuestros ojos, nuestro pensamiento, nuestro corazón y todo nuestro ser
hacia el cielo y, todos juntos, proclamemos y cantemos y ensalcemos el poder de
nuestro Dios: ¡LO HAS RESUCITADO, SEÑOR! ¡NOS HAS RESUCITADO A TODOS!
Que el grito, que desde hace veinte siglos decimos los cristianos ¡Resucitó!
¡Aleluya, aleluya!, siga cruzando fronteras y continentes. Pero, sobre todo, que
nosotros vivamos y estemos convencidos de la presencia del Señor resucitada y
resucitadora.
4.- ¡YO SI SÉ, DÓNDE TE HAN PUESTO!
En la vida que triunfa sobre la muerte;
en los que apuestan por Ti,
cuando asomándose a tanto sepulcro abierto
salen de él dispuestos a sembrarlo todo de alegría.
En la esperanza que cree contra toda desesperanza
En aquellos que, desenrollando tanta venda que ata
las dejan a un lado para que, la libertad,
sea posible para todo hombre que la busca
¡YO SI SÉ, DONDE TE HAN PUESTO!
En todo aquel que lucha por la vida
en los que indagan en tu historia y en tu muerte
en los que desean que, Tú, seas razón y norte
en los que, marchando hacia tu tumba,
saben que, fuera, vives y reinas inmortal y glorioso
¡YO SI SÉ, DONDE TE HAN PUESTO!
En el que sufre, pero se levanta
En el que llora con los que sufren
En los que no han alejado de sus corazones
sentimientos, misericordia e ilusiones
¡YO SI SÉ, DÓNDE TE HAN PUESTO!
En aquellos que luchan sin desmayo
En los que mirando hacia el cielo
quieren hacerlo presente en la tierra
En los que siendo crucificados en un madero
son conscientes de que tu voz y tu mirada
se transmiten a través de aquellos
que Tú empujas, defiendes y amas
¡YO SI SÉ, DÓNDE TE HAN PUESTO!
En la PASCUA que no acaba
En la PASCUA que nos anima
En la PASCUA que nos ilumina
En la PASCUA que nos lava
En la PASCUA que nos eleva
En la PASCUA que nos alegra
En la PASCUA que nos vivifica
En la PASCUA que nos regenera
En la PASCUA que nos resucita
¡YO SI SÉ, DÓNDE TE HAN PUESTO!
En la mañana de luz
radiante y llena de vida como ninguna
¡ALELUYA! ¡ALELUYA!