COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires – ciclo B)
¡Queridos hermanos tengo que anunciarles una gran verdad: Cristo ha resucitado!,
¡está vivo y ha vencido el pecado y la muerte! ¡Esta es la fuerza de nuestra vida
cristiana, de nuestro apostolado en la Iglesia y en el mundo! ¡Felices Pascuas para
todos!
Domingo de Resurrección
Evangelio según San Marcos 16, 1-8
Pasado el sábado, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé
compraron perfumes para ungir el cuerpo de Jesús. A la madrugada del primer día
de la semana, cuando salía el sol, fueron al sepulcro. Y decían entre ellas: "¿Quién
nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?" Pero al mirar, vieron que la piedra
había sido corrida; era una piedra muy grande. Al entrar al sepulcro, vieron a un
joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca. Ellas quedaron
sorprendidas, pero él les dijo: "No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el
Crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Miren el lugar donde lo habían puesto.
Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que él irá antes que ustedes a
Galilea; allí lo verán, como él se lo había dicho". Ellas salieron corriendo del
sepulcro, porque estaban temblando y fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie,
porque tenían miedo.
“CRISTO, CON SU RESURRECCIÓN, QUITA EL PECADO Y VENCE A LA
MUERTE”
La primera afirmación: Jesús parece con su novedad -en primer lugar- a las
mujeres; son ellas las primeras que reconocen que Jesús no está allí, que ha
resucitado. En segundo lugar, el sitio: la tumba está vacía. Jesús estaba allí pero ya
no está porque ha resucitado. En tercer lugar, Cristo mismo -el verdadero Dios y
verdadero Hombre-ha padecido todo en la cruz para definir aquello que era terrible:
vencer el pecado y debilitar la muerte. Cristo, con su Resurrección, quita el pecado
y vence a la muerte.
El pecado ya no tiene dominio para esclavizar a la gente y la muerte no tiene un
dominio absoluto sobre la vida de los hombres. Por eso la presencia de lo eterno,
de lo definitivo, ha definido la vida, el proyecto, la finalidad, el sentido de la
historia humana.
Con la presencia de Cristo venimos de Dios, caminamos con Dios y regresamos a
Dios. Toda nuestra peregrinación está cargada con la presencia de Dios que está
vivo. La cruz ignominiosa y la cruz gloriosa porque es lugar donde Cristo muriendo
define y resucita. En ese lugar vence la muerte y el pecado, dando inicio a una
nueva creación.
Esto es importante ya que debemos dejarnos impactar con la presencia del Dios
vivo, como dice muy bien San Agustín: “si el amor de Dios te seduce, no te burles
de él, vive como resucitado”. Y hay que salir y vivir como resucitados. Salir de los
egoísmos, de la violencia, de los males; salir de tantas cosas que debilitan y afean
a nuestras personas.
Salir es elevarnos. ¡Sal de tu egoísmo, de tu pecado, de tu oscuridad, de tu
ruptura, y vive como una criatura nueva, una vida nueva!, grita con tu vida que
¡Cristo está vivo!, y que la Iglesia es el espacio donde se atestigua que Él es el
Señor resucitado.
Que tengamos un gozo muy grande y que Dios esté muy presente en nuestra
Pascua celebrando su Pascua.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén