¡Si Cristo vive…!
¡“Si Cristo vive, me basta”! Sí, de verdad que me basta. Y me basta para entender mi vida,
mi principio y mi destino, mi ser, mi identidad, mi rol y vocación. Si vive, me basta para
entender la historia, sus logros y fracasos. Pero también mi propia historia, ésta, escrita en
moldes de ansiedad, de inquietud y de pasión. Historia, mi historia tejida de sueños, de
luchas, de inconstancias, de gratificaciones hondas. Mi historia que se escribe con una sola
palabra: Gratuidad. Todo donado, todo bendecido, multiplicado, agraciado.
Si Cristo vive, mi dolor y mi cruz se entretejen con su Cruz. Y hago de esa Cruz la escuela
de mi vida en donde aprendo a diario la reciedumbre, la fortaleza, la madurez que no se da,
sino que se conquista como el pan de cada día. Y si vive Cristo, aprendo que la esperanza
tiene nombre: ¡Valentía! que es la fuerza creadora con la que asumo mi futuro en andadura
incierta, pero convencido, con certeza inquebrantable, de que voy a meta segura.
Si Cristo vive, mi vida es una fiesta en la que la alegría deja de ser un condimento para
convertirse en el estado propio de mi vida. Mejor aún, soy alegría derramada, escanciada,
compartida, celebrada. La alegría como fuerza interior de mi existencia. Nada ni nadie
podrá derrumbarme. La Pascua será siempre el referente primero de mis actos, de mis
situaciones, incluso, tormentosas, pero siempre con capacidad para demostrar mi alegría.
Pascua, vida, alegría, esperanza. Todo para decirme que ¡Cristo vive y eso me basta! Todo
para decirme que mi vida nace de un sepulcro en donde se han roto las cadenas de la
muerte, de la esclavitud. Que la nostalgia, la angustia, la indiferencia, si aún pasaran por mi
vida, jamás tendrán acogida, ni dejarán huella, ni serán huéspedes remansados en ‘algún
rincón del alma’.
Cochabamba 05.04.15
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com