COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires – ciclo B)
3º Domingo de Pascua
Evangelio según San Lucas 24,35-48
Los discípulos, que retornaron de Emaús a Jerusalén, contaron lo que les había
pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Todavía estaban
hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: "La paz
esté con ustedes". Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les
preguntó: "¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis
manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni
huesos, como ven que yo tengo". Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies.
Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero
Jesús les preguntó: "¿Tienen aquí algo para comer?". Ellos le presentaron un trozo
de pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos. Después les dijo:
"Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo
lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos".
Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y
añadió: "Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos
al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas
las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de
todo esto."
MENSAJEROS DE LA VIDA, LA ESPERANZA Y EL AMOR
Lo principal es que Jesucristo está resucitado, no es un fantasma. Los apóstoles
estaban reunidos, con miedo, habían tenido la experiencia con los discípulos de
Emaús, quienes reconocieron a Jesús al partir el pan y pronunciar la bendición. Ahí
se dieron cuenta que era el Señor.
Estaban llenos de miedo. El Señor les saca ese miedo y como los veía inseguros y
abatidos, les dice “la paz esté con ustedes”. Esa paz, que viene de Dios, que no
tiene precio ni se puede comprar con nada, no se puede adulterar ni suplantar, no
se puede vivir artificialmente; es una paz que Dios da y nuestro espíritu puede
recibirlo si realmente está dispuesto a hacerlo. “Soy yo, tóquenme y vean, un
espíritu no tiene carne ni huesos como ven que yo tengo”
Luego les dice para qué vino, “acuérdense está en las escrituras: el Hijo del
Hombre, el Mesías, tenía que sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día”.
Allí nos da su corazón. Él, verdadero Dios y verdadero Hombre, que se hizo hombre
en todo menos en el pecado, que asumió el dolor del mundo, lo resolvió, lo quitó y
respondió a esas dos agrandes incógnitas, el pecado y la muerte. Cristo, con su
resurrección, resolvió el pecado cambiando la vida de un hombre y resolvió la
muerte debilitando su poderío absoluto, sabiendo que esta ya no tiene la última
palabra.
Y nos dice “esto que yo soy y les doy, transmítanlo, llévenlo a los demás, sean
mensajeros de la vida, mensajeros de la esperanza, mensajeros del amor que es
capaz de vencer todo odio; sean mensajeros de superar egoísmos e
individualismos, sean capaces de superar toda violencia para poder vivir en paz”
Que la fiesta de esta Pascua realmente modifique nuestras vidas.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén