Un Dios “pluripersonal”
Teólogos, creyentes y gentes simples desde su fe, cuentan con un limitante, cargado de
imperfección, en su lenguaje, cuando quieren expresar el concepto de Dios. Para alguna
religión es impronunciable, en otras es lejanía, en muchas infunde miedo y terror.
Entenderlo como cercanía, un Alguien que asume nuestro destino, que lo descifra en una
palabra que se traduce por AMOR, o comunión es lo que Jesús nos ha trasmitido.
El mismo Jesús, nos revela a un padre, su Padre, como fuente de la Vida. En Él vivimos, en
Él nos comunicamos, en Él somos la gran familia universal. De Él aprendemos la
diversidad, la pluralidad, las diferencias. Nos enseña que la vida es sagrada, santa, intocable
y que debemos cultivarla con respeto sumo. Para ello, este Padre amoroso, nos enseña a
AMARNOS en la misma intensidad, entrega y donación como lo hace Él.
Es el mismo Jesús, el llamado Hijo, Verbo, Palabra, Amigo quien abre el compás sin
fronteras de la gran solidaridad. Viene a derribar fronteras, comenzando por aquellas
esquivas y mezquinas del corazón. E inaugura la gran fiesta del COMPARTIR desde la
compasión y misericordia con el último, el desheredado, el descartado, allí donde la
humanidad se inicia como anteproyecto. Nos ama hasta el extremo de la Cruz.
Pero hay un Alguien, el Espíritu, Aquel de donde brota aquello de que el Dios-Uno se
experimente como “Pluripersonal” y de donde los seres humanos, imágenes de ese Dios,
podamos entendernos como Unidad y como Diversidad. Es lo que un teólogo, H. Mühlen
definió al Espíritu como “Experiencia social de Dios”. Pero esa experiencia social brota de
lo más íntimo a nosotros mismos, nuestro propio, nuestra libertad. Aceptar un Dios-
trinitario, nos resulta más fácil: El Padre es la Vida, el Hijo la Solidaridad, el Espíritu la
libertad.
Cochabamba 31.05.15
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com